Pages

Subscribe:

Ads 468x60px

.

Labels

Social Icons

25/12/11

Hoy me he levantado monárquico

Sucede que hoy me he levantado monárquico. Algo así como le sucedió a Pérez Reverte tiempo ha, cuando escribió su artículo "Un día monárquico lo tiene cualquiera". No sé si habrá sido por el efecto sugestivo del discurso de nochebuena o por otros motivos más prosaicos. El caso es que puestos a reflexionar sobre las alternativas a la monarquía, uno no puede menos que tornarse monárquico aún cuando las propias convicciones vayan en otra dirección. El Rey Juan Carlos ha sabido ganarse al pueblo a pesar de su abrumadora tendencia hacia el republicanismo. Este hecho se ha venido a llamar Juancarlismo, que es la defensa de este Rey como jefe de Estado aunque en el fondo se prefiera el sistema republicano. 
Hay varios motivos para defender la monarquía como el mejor sistema, al menos a medio plazo. El primero de ellos es que la lealtad que todos los territorios tienen al Rey no se la tendrían a un presidente de República. Al fin y al cabo sería otro político más, con su ideología y su biografía con luces y sombras. El segundo es que nuestra monarquía es la más barata de toda Europa y a raíz del caso Urdangarín se ha comprometido a hacer transparentes las partidas de los presupuestos. La tercera es que la fórmula monárquica tiene mayor poder simbólico en el pueblo que representa, por sus raíces ancestrales, por la implicación de toda su familia y por la preparación a que son sometidos desde la infancia los herederos. La cuarta es que un político que ejerciera de jefe de Estado no podría desprenderse de su ideología y siempre sería visto como representante de una parte de la sociedad en detrimento de la otra. Un jefe de Estado de izquierdas sería visto con reticencia por la derecha y uno de derechas lo sería por la izquierda. El quinto es que un político nunca tendrá el grado de implicación de un monarca con el país, pues su cargo dura un tiempo limitado por las elecciones, mientras que el de rey se adquiere de nacimiento y se mantiene hasta la muerte. Y finalmente, nuestro Rey ha sabido ser el mejor embajador de España, ha mantenido una cordial relación con la inmensa mayoría de los jefes de Estado con que ha departido y en general ha ejercido una labor de cohesión territorial y referencia de todos los ciudadanos. No todo en él es idílico, pero a día de hoy resulta infinitamente más conveniente la figura de este Rey que cualquier alternativa que se plantee. 

0 comentarios:

Publicar un comentario