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6/1/11

La chica del autobús

El viaje duraría poco más de dos horas antes de llegar a Salamanca desde la capital, me aseguré de ocupar una plaza en el autobús cerca del conductor para disfrutar de las vistas a través del enorme parabrisas. Aunque me coloqué en el pasillo sabía que alguien se sentaría a mi lado. Deseé que no fuera otro abuelo nostálgico como el   del último viaje. Al poco apareció ella, media melena rubia, unos veintidós años, aspecto universitario, abrigo negro. Me aparté encantado. Durante los primeros kilómetros solo cruzamos algunas miradas furtivas y nos centramos en la película que proyectaban. Era una comedia americana en la que un niño se queda solo en casa mientras sus padres se van de viaje y se las apaña para ahuyentar a dos delincuentes. Nada con pretensiones de Óscar. Observé con agrado que le hacían reír las mismas escenas que a mí.
Más adelante ocurrió algo. En el sentido contrario vimos un terrible accidente con heridos graves o muertos. Todos nos quedamos sobrecogidos. Y ello fue motivo para que comenzásemos a hablar. Ella me contó que había visto otro accidente con muertos y le había impresionado mucho. Yo le dije que también había visto varios porque viajaba bastante. Ella me dijo que también hacía el mismo trayecto con frecuencia. Yo le dije que era de Salamanca pero trabajaba en Madrid. Ella también. Los dos salíamos con nuestros amigos de la adolescencia en nuestra ciudad natal. Los dos trabajábamos lejos de la que había sido nuestra casa. Había química. Al menos había química en ese momento. Seguimos hablando durante el que fue el mejor viaje de aquellos años hasta que llegamos a nuestro destino y nos despedimos.
Por algún motivo no le pedí el teléfono a pesar de que nos quedamos mirando durante unos instantes sin saber qué decir. Por algún motivo supuse que aquello no funcionaría. Yo era más joven que ella, bastante menos preparado y probablemente menos atractivo. Supongo que fue una evaluación inconsciente de la situación y tomé la decisión adecuada aunque luego me arrepintiera y me preguntara una y otra vez por qué no intenté aprovechar la ocasión. 

3 comentarios:

  1. Uno siempre piensa que habrá otra oportunidad, que volveras a encontrarte en otra situacion igual, "total, trabajais en la misma ciudad y haceis el mismo viaje"
    Cuando eres joven el mundo parece pequeño y está a tus pies, al hacerte mayor se vuelve mas y mas grande y se te coloca en los hombros y cuando porfin lo entiendes y puedes disfrutarlo eres demasiado viejo y ya no te quedan energias.

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  2. Yo siempre intento arrepentirme de haber hecho algo aunque muchas veces me falla la valentía para hacerlo.

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