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31/3/11

Los buenos libios

Los buenos libios son aquellos que defienden mis intereses. Al menos esa parece ser la política que se está llevando en occidente durante los últimos lustros en Libia, Túnez, Egipto y donde haga falta. Si acceden a nuestras pretensiones y nos garantizan el libre comercio son buenos, sino todo lo contrario. En Libia se están enfrentando dos facciones que representan aproximadamente la mitad de la población cada una, lo que representa una guerra civil de facto. Transmitir la idea de que un bando es per se malo resulta bisoño y pueril, además de injusto. Los dos bandos tienen sus intereses y sus motivos para empuñar un arma y dispararla y nadie debiera juzgar esos intereses de forma parcial. Si se comete el enésimo error de armar a un bando para que derrote al otro se estaría incurriendo en la contumaz costumbre de occidente de crear cuervos como el malogrado Sadam Husein, a los que luego tiene que defenestrar antes de que le saque los ojos. Lo que se debe hacer con Libia es una intervención para que ambos bandos se separen, si es preciso mediante el uso de la fuerza, evitando ayudar a ninguno de los bandos y evitando que se maten entre sí. Las Naciones Unidas contemplan en su artículo VII medidas para imponer la paz mediante la fuerza. Una misión de imposición de paz sería la solución más acertada, la que menos víctimas arrastraría y la que menos rencor y odio sembraría entre el pueblo. Las presiones sociales, económicas y políticas harán caer a su inefable dictador tarde o temprano. ¿Aprenderemos de una vez o tropezaremos con la misma piedra que en otros lares?

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