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14/6/11

El placer de la música

La música es al oído lo que la gastronomía al gusto. Música es inspiración, es arte, es tensión y es placer. Para obtener placer auditivo hay que provocar tensión. Esa tensión se obtiene con los intervalos disonantes, que forman parte de la armonía musical. Finalmente esa tensión se resuelve en placer mediante los intervalos consonantes. Los intervalos son combinaciones simultáneas o consecutivas de dos sonidos, que pueden producir agrado o desagrado auditivos en diferentes niveles. Un tema puede prescindir de la disonancia en su composición, pero se vuelve predecible, monótono, aburrido. En la música moderna abundan los temas compuestos exclusivamente a base de consonancia, son piezas que resultan agradables la primera vez que se escuchan pero se vuelven insoportables si se escuchan con frecuencia. En cambio, las grandes obras son las que saben provocar la tensión musical para resolverla en placer, como una cuerda se tensa y se distiende, como unos amantes que concluyen en clímax después de la tensión sexual, como un cielo que se despeja tras la tormenta.

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