Reconozco que las vías muertas tienen la capacidad de trasladarme en el tiempo. Son una mezcla misteriosa entre presente y pasado, entre melancolía y esperanza. Aún quedan tramos de vía que el paso del tiempo ha cubierto de herrumbre y mugre, pero que han resistido la voracidad de la trituradora inmobiliaria. Algunas se han convertido en evocadoras vías verdes, pero otros tramos aguardan su final con la vía férrea intacta. A su paso podemos contemplar el recorrido que realizaban aquellos viajeros de hace más de cuatro décadas con sus estaciones, puentes, túneles y pasos de montaña. Recorrerlas tiene una capacidad de evocación subyugante. Nos hace trasladarnos en el tiempo a aquella época en blanco y negro, cuando los viajeros se desplazaban exclusivamente por motivos de trabajo, cargando pesadas maletas de aristas afiladas y el semblante compungido. Hoy podemos sentir parte de lo que sentían recorriendo estas vías muertas antes de que la trituradora de asfalto las devore y sepulte bajo toneladas de hormigón y ladrillo para siempre.
13/6/11
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