Ninguno de nosotros la habíamos visto jamás. Decían que era una mujer de mediana edad, que vivía sola y que era violenta y no escatimaba en sacar la escopeta y hacer uso de ella. La apodaban "la Marrana" porque según las malas lenguas ofrecía sexo a cambio de tabaco, drogas o casi cualquier cosa. Todos la teníamos como una leyenda urbana más y pensábamos que solo residía en el imaginario colectivo. Fue cuando pasamos junto a una casa que llamaba la atención. Todas las ventanas estaban cerradas de par en par y cubiertas de suciedad. Pero lo más curioso era que estaban llenas de pequeños agujeros. Preguntamos a qué se debía y la respuesta no fue otra: cuando la marrana se aburría disparaba su escopeta contra las ventanas.
2/9/11
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