Cuando la inteligencia pasa ante sus narices y la dejan pasar

Algunas personas parecen empeñarse en seguir equivocadas pese a todos los esfuerzos por ayudarles. Hace mucho tiempo creía que las personas se volvían inteligentes al entrar en contacto con la sabiduría de los libros y de otras personas. Pero hoy ya he descartado por completo esa hipótesis. Hoy puedo constatar que hay personas que renuncian voluntariamente a aprender porque su estúpida arrogancia es más poderosa. Prefieren seguir siendo imbéciles. Es así de triste. Si una persona quiere creer que la Tierra es plana, da igual las evidencias que le muestres o los consejos que le des. Da igual. Seguirá empeñado en que la Tierra es plana. Y no se trata de una actitud pública para guardar las apariencias. No se trata de disimular en público y convencerse en la intimidad. No. Se trata de personas que creen lo que quieren creer. Prefieren mantenerse en la ignorancia antes que reconocer su error. Seguirán leyendo a personas que piensan como ellos y seguirán entrando en contacto con personas que piensan igual que ellos para evitar la remota posibilidad de que alguien los desenmascare. Su mecanismo de defensa es la negación. Evitan leer las versiones alternativas a la suya, evitan informarse de datos contrarios, evitan cualquier evidencia que derrumbe su postura. Cuando la inteligencia pasa ante sus narices y la dejan marchar no se puede hacer nada salvo apartarse y guardar distancias. Y sobre todo, ahorrar en consejos, salvo que desees frustrarte.