El estado de bienestar

Muchos tenemos una idea vaga acerca de lo que es eso que llamamos "el estado de bienestar". Intuimos que se refiere a los países en los que existen asalariados que pueden disfrutar de algunos privilegios como tener casa propia, uno o dos coches, ir de vacaciones en verano y salir algún fin de semana. También podemos deducir que este fenómeno se da en los países que conocemos como occidentales o industrializados. E incluso podríamos relacionarlo con el auge de las clases medias. Sin embargo, pocos se atreverían a afirmar que es una consecuencia del marxismo. Algunos incluso lo calificarían de oprobio. Pues bien, resulta que en el periodo entre las dos guerras mundiales el socialismo bolchevique estaba en plena expansión por el este de Europa y amenazaba con extenderse por otros lares. ¿El motivo? la seducción que producía en las clases más humildes un sistema que garantizaba la igualdad de todos los ciudadanos y que evitaba el desamparo por parte del Estado. Era una época en la que se veía el lado bueno del socialismo en su máxima expresión. Después se le vio el malo, pero esa es otra historia. De ese modo, las democracias occidentales tuvieron que ingeniárselas para crear un reclamo hacia sus propios ciudadanos que los alejara de la tentación socialista. Ese invento pasó a llamarse "estado de bienestar" y no era otra cosa que la garantía por parte del Estado de ciertos servicios que aseguraran una vida más estable y segura a los ciudadanos. Entre esos servicios estaban los conocidos pilares del Estado de bienestar: Educación pública, sanidad, pensiones o subsidios por desempleo. En definitiva, fue una creación occidental pero debida a la tentación marxista que pugnaba por atraer a millones de ciudadanos occidentales.