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14/10/11

Manolo Caracol V

   
Viene de Manolo Caracol IV


     _¿Se puede saber qué demonios haces aquí?
     _Luchando por mi mujer y mi hija.
     _Ya. ¿Esta es tu forma de luchar? ¿Y no crees que sería mejor que estuvieras a los pies de su cama por si les hace falta?
     _Cada uno tiene su forma de ayudar.
     _¿Quién te ha dicho que así las ayudas?
     _Hablé con Antonio y...
     _Antonio. No hace falta que digas más. Antonio y tú, vaya dos cerebros. Más tonto eres tú por hacerle caso. Mira, tal vez tengas engañada a toda la opinión pública y a esos periodistas interesados, pero a mí no me engañas.
     _Maldita sea, Asensio, ¿de qué demonios me estás hablando?
     _De que yo sé la verdad. El día que tu mujer tuvo el accidente habíais estado discutiendo antes. Ella iba alterada al volante y no tuvo tiempo de ver el bache. Tú eres responsable de su accidente y lo sabes. Ahora tratas de pasar por héroe para que nadie repare en tu culpa. Pero a mí no me engañas.
     _Tú estás hablando de cosas que no sabes.
     _Te recuerdo que tu mujer es mi hermana, por si se te ha olvidado. Estoy al corriente de cómo eres. Solo vives para la carpintería, no ayudas a tu mujer, no te preocupas de tu hija, solo de ti y tus muebles.
     _¿Y quién lleva el jornal para que coman? dime ¿quién?
     _No todo es dinero en esta vida. Ahora estás demostrándolo. Vives en un cajón maltrecho, apestas... y vete a saber qué comes.
     _A parte de insultarme, qué venías a decirme.
     _Que puedes seguir haciendo la pantomima para los medios o puedes acudir junto a tu mujer. Ayer se despertó del coma.
     _Gracias, Dios mío, gracias. Gracias al cielo.
     _Y la niña ha mejorado bastante y la despertarán en unos días. Tú sabrás si quieres seguir con esta farsa o hacer lo que tiene que hacer un hombre, que es estar con su familia.
     _¿Y ahora qué hago con el carro?
     _¿El carro? !Al carajo con el carro¡ Déjalo aquí mismo y lárgate. Te he traído ropa, comida y algo de dinero por si te hace falta.
     _Dios te lo pague.


* * *

     Manolo se desprendió de su caparazón. Se acercó a un precipicio junto al río y dejó que rodara por la pendiente hasta estrellarse al final. La puerta se desprendió por el camino, del interior brotaron algunos enseres y al final se rompieron parcialmente las ruedas y el cajón. Pero aún se podía apreciar la estructura de la que había sido su casa durante semanas.
     Manolo dejó de ser caracol para los suyos. En los medios aún se referían periódicamente a él como Manolo Caracol, pero su recuerdo se desvaneció progresivamente.
     Volvió con su mujer y juntos pudieron ver cómo se despertaba su pequeña. Manolo se comprometió a trabajar menos y a pasar más tiempo con su familia. Solo Dios sabe si lo cumplió o no.

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