El continente del futuro

Algún día, la rueda de la historia se detendrá en África, como ya hizo en Europa, América o Asia. Algún día miraremos con admiración lo que hoy miramos con soslayo. Será cuando comencemos a hablar en bantú, a escuchar ritmos africanos y a abrazar el animismo. Será cuando las adolescentes adineradas gastarán su paga semanal en baños solares y los más pobres se embetunarán la cara. Cuando lo más cult sea tener acento nigeriano o keniata o vestir a lo himba o a lo zulú. Entonces quemaremos los libros de historia de la colonización y la esclavitud, falsificaremos documentales y diremos que siempre habíamos confiado en África. Será cuando ellos, los africanos, nos miren con indiferencia desde sus automóviles levitantes y sus aeroplanos hipersónicos. Cuando el resto del mundo mendigue un asiento en las organizaciones internacionales, cuando  supliquemos a los nuevos magnates de piel bronce que nos concedan créditos y que compren nuestra mísera deuda pública. Cuando los agasajemos con reverencias para que abran las puertas a la inmigración. Y cuando dejen que trabajemos en sus macrorrascacielos a cambio de un plato de puré. Será cuando descubramos que la rueda de la historia puede hacer de lo blanco negro y de lo negro blanco.