Los hombres que sí aman a sus mujeres

Paseando por la sección de lencería de cualquier centro comercial podemos comprobar algo reseñable. No son muchos los hombres que recorren esos pasillos rebuscando entre los artículos sexy que allí se vende. Pienso que los hombres que compran lencería para sus mujeres es porque sueñan con ellas. Sueñan con verlas sexys, distintas. Es decir, las desean. Esto tal vez sea cotidiano en los primeros meses de noviazgo, como pretexto para incrementar las relaciones íntimas. Pero seguir deseando a la misma mujer tras diez, veinte o cuarenta años no es algo al alcance de todos los hombres. En el polo opuesto se encuentran los que prefieren abandonar a sus parejas o abandonarse al adulterio. Es suficiente con otear los aparcamientos de los numerosos prostíbulos que atestan las carreteras para comprender la situación. En todo caso, tanto los adulteros como los que optan por abandonar a sus parejas siguen el camino fácil. Es más fácil desistir que persistir. Y aunque nadie debería sentirse obligado a continuar una relación imposible, sí sería importante preguntarse por qué un día aquello funcionaba y ya no. Y entonces, la respuesta tal vez nos desvele que algo hemos tenido que ver. Por tanto, creo que los hombres que sí aman a sus mujeres son aquellos que regalan lencería y muchas otras cosas a sus chicas. Los que emplean la imaginación para que la relación siga teniendo los ingredientes de los primeros años. Los que prefieren seguir explorando toda la riqueza que aún queda oculta en su chica en lugar de irse a explorar a otro lugar. Son aquellos que riegan el jardín con frecuencia para que nunca marchite.