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20/6/12

Ideas sobre el concepto de Dios

Cada cultura ha representado al Creador a lo largo de la historia de una forma diferente, acorde a sus conocimientos acumulados y su visión del mundo. En las culturas tribales abunda la visión totémica, en la que el Creador está encarnado en un animal o un objeto al cual se le atribuyen cualidades sobrehumanas. En la antigüedad clásica se extendió la idea del politeísmo, según la cual existía un dios que gobernaba cada fenómeno; el dios de la guerra, el dios del amor, el dios del tiempo, etc. Con la irrupción del judaísmo en Oriente Próximo nace el monoteísmo, cuyos dogmas serán difundidos tanto por el propio judaísmo como por el cristianismo y el islamismo. El monoteísmo considera que existe un solo Creador que lo gobierna todo, pero de algún modo convive en un Universo donde queda lugar para cierto margen de caos. Ese caos es el mal, Dios es el bien. Por tanto, según las religiones monoteístas, Dios está en todas partes, pero no 'es' todas partes. Es decir, lo abarca todo, pero se ve obligado a combatir a un espíritu o fuerza que tiende al desorden. El Dios monoteísta reencarna la eterna lucha del bien contra el mal. Finalmente, el panteísmo es la creencia de que 'todo' es Dios. Esta creencia ha sido seguida tanto por filosofías orientales, como el taoísmo, como por la filosofía occidental, con Heráclito o Spinoza como ejemplos. Esta visión de Dios acepta la existencia de un bien y un mal, pero ambos dentro de un mismo sistema. El taoísmo llama a estas fuerzas yin y yang y considera que lo abarcan todo en el Universo, si bien no describe la existencia, per se, de un Dios. Según el panteísmo, estas fuerzas opuestas conviven en el interior de un único Dios que lo abarca todo sin excepción. En este caso, el mal no sería una fuerza externa a la que hay que combatir, sino una fuerza interna, como sucede con la enfermedad. Tal vez todas estas visiones sean compatibles, pues la realidad, a fin de cuentas, solo es una, por más que los humanos estemos empeñados en pintarla de mil formas distintas. Elegir una u otra forma de ver el mundo no es baladí, pues de esa elección deriva nuestra conducta individual y colectiva. Tal vez parezcan diferencias sutiles, pero considerar el mal como una fuerza externa o como una fuerza interna pueden orientar muchos de nuestros comportamientos y políticas. Si comprendemos que el mal es intrínseco a nosotros mismos, comenzaremos el cambio por nuestro interior. Si por el contrario entendemos que el mal siempre es un factor ajeno, estaremos siempre luchando contra fantasmas sin prestar atención a nuestra responsabilidad.

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