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25/6/12

Recuerdos de la infancia

Recuerdo los nombres de muchos de mis compañeros de primaria. De forma singular recuerdo los que me acompañaron en quinto curso. Podría recitarlos y situarlos en el pupitre en que se sentaban habitualmente. Recuerdo al matón de la clase, al que me encantaba provocar y con el que acabé peleando unas cuantas veces, ganando oficialmente unas pocas y perdiendo extraoficialmente unas muchas. Recuerdo al más fuerte de la clase, a quien el matón nunca desafiaba. Recuerdo la guapa oficial de la clase, a quien todos teníamos la costumbre de piropear como deporte. Recuerdo que los chicos se jactaban de ocupar un conspicuo lugar entre los diez primeros de su lista de novios. Recuerdo a la chica que mejor pintaba hasta que llegué yo y pasó a ser la segunda. Recuerdo al empollón de la clase, al que sacaba las mejores notas, hasta que llegué yo y pasó a sacar las segundas mejores notas. Recuerdo a mi compañero de pupitre y amigo, con quien solo me peleé una vez y me dolió más que todas las que me peleé con el matón. Recuerdo al que respondió que el meridiano cero pasaba por Toledo y nos regaló un buen rato de carcajadas. Recuerdo a las dos chicas que más me gustaban, a la que se lo dije y a la que nunca se lo dije. A la que ya había desarrollado sus redondeces adolescentes y a la que contemplaba boquiabierto su bonita cara. Recuerdo a los dos menos aventajados, al que le ponían motes por sacar las peores notas y al que todo el mundo daba por inútil. Recuerdo a las tres chicas que protagonizaron una obra de teatro que yo dirigí con más vanidad que talento. Recuerdo a mi querido tutor, al que un día llamé papa sin darme cuenta. Recuerdo al matón del colegio, que fumaba tabaco y fumaba más cosas, que era matón pero se hizo mi amigo y desde entonces nadie me desafió. Recuerdo a un compañero que además era mi vecino y era un buen tipo pero me obligaron a enfadarme con él en contra de mi deseo. Recuerdo al chico rubio que se sentaba detrás de mí, que era rubio y con gafas, y se reía de las mismas cosas que yo y podíamos reír durante un buen rato hasta llorar, y además era simpático y encantador. Recuerdo a otro que también era buen amigo y que me gustaban sus ocurrencias. Recuerdo a otro que era tan guapo que en un concurso de disfraces se vistió de chica y ganó de forma abrumadora. Recuerdo a otro que se creía una estrella de rock y cada vez que entraba en clase levantaba los brazos para que lo ovacionaran. Recuerdo a una chica que ganó el concurso de velocidad lectora, que además era una chica dura porque tenía tres hermanos varones y siempre peleaba con ellos. Recuerdo que cuatro de ellos iban a buscarme a mi barrio y me iba con ellos y mis vecinos se enfadaban conmigo porque los dejaba plantados. Recuerdo que eran el más fuerte de la clase, el que se reía conmigo, el de las ocurrencias y el matón. Y aún me acuerdo de más, de sus nombres y de su posición en clase. Y no sé para qué sirve acordarse de todo eso, pero qué importa.

2 comentarios:

  1. lorquiano1:37

    Importa y mucho los recuerdos son parte de nuestra vida, si ello estaríamos condenados a no tener identidad, padecer esa enfermedad de nombre alemán antes de que nos llegue. no hay recuerdos malos ni buenos, todo es el itinerario que hemos recorrido a lo largo de nuestra vida. Los recuerdos no permiten arrepentirnos de lo que no debimos hacer y también disfrutar de lo que hicimos bien y sobre todo sentirnos vivos.

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  2. has repasado perfectamente todos los roles de una clase. Q nostalgia

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