Si algo caracteriza al buen español es su incapacidad innata para reconocer una equivocación. Son muchos los que preferirían tener un trágico final, antes que verse obligados a reconocer su error. Si trasladamos este axioma a la clase política, el asunto toma tintes dantescos. No se conoce ningún cargo público que haya reconocido un error. No hablemos ya de delitos. Pobres. No saben que reconocer el error es el primer paso para enmendarlo.
7/11/12
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Amigo trovador,
ResponderEliminar¿Tú no sabes que es este país no se puede tener tanto raciocinio???
Una entrada magnífica... Voy a publicitarla,
saludos, Ann@
Muchísimas gracias, Anna.
ResponderEliminar