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9/10/14

Caperucita contextualizada

Caperucita no quería reconocer que era chony, pero sus cejas perfiladas a rotulador y su cabello a dos colores la delataban a distancia. Aunque odiaba las capuchas, odiaba aún más mojarse el pelo y malograr su trabajada coleta bicolor. De ese modo, cubierta con la sudadera roja con capucha fue a casa de su abuelita que estaba en las afueras de la Ciudad sin Ley. Nombre cariñoso con que se conocía el barrio chabolista, con calles sin asfaltar y flanqueadas por montones de escombros.
Lobo era un 'don nadie', un 'bala perdida', un pringado, que trapicheaba para malvivir, porque nadie le había enseñado a hacer otra cosa. Andaba cual zascandil, dando patadas a las piedras que encontraba por el camino, cubierto por una sudadera gris, raída por el tiempo, cuando se apareció la virginal silueta de Caperucita. Con la boca abierta, se la quedó mirando, sin darse cuenta de que estaba salivando de forma ostensible. Dio tres gráciles saltos y se escondió tras la pared de una chabola.
Al paso de Caperucita, Lobo saltó ante ella por sorpresa, provocándole un gran susto. Lobo intentó encadenar las palabras "adónde - vas - Caperucita", pero su boca desdentada y la expresión de enfado de Caperucita le impidieron llegar más allá del "adónde".
Caperucita, que no gozaba del refinamiento de las pijas del centro, increpó a Lobo:
__¡Quítate del medio, gilipollas!
Lobo se sorprendió por su reacción airada y se apartó estupefacto. La dejó marcharse, sin dejar de mirarle el trasero mientras se alejaba. Como último esfuerzo por recuperar el orgullo herido, lanzó lo que para él era un piropo. "Menudo culito, nena".
Caperucita se giró con el ceño fruncido, sin desenfundar las manos de los bolsillos y le contestó:
__¡Pero qué dices, imbécil! ¡Como me dé la vuelta te parto la boca!
Y se perdió en la oscuridad que el plomizo día vomitaba sobre el lodazal que se había convertido la barrio. Lobo, sin ápice de orgullo por las venas, desapareció como el humo de un cigarrillo, haciendo volutas y preguntándose quién demonios había cambiado el guión del cuento.