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31/3/11

Los buenos libios

Los buenos libios son aquellos que defienden mis intereses. Al menos esa parece ser la política que se está llevando en occidente durante los últimos lustros en Libia, Túnez, Egipto y donde haga falta. Si acceden a nuestras pretensiones y nos garantizan el libre comercio son buenos, sino todo lo contrario. En Libia se están enfrentando dos facciones que representan aproximadamente la mitad de la población cada una, lo que representa una guerra civil de facto. Transmitir la idea de que un bando es per se malo resulta bisoño y pueril, además de injusto. Los dos bandos tienen sus intereses y sus motivos para empuñar un arma y dispararla y nadie debiera juzgar esos intereses de forma parcial. Si se comete el enésimo error de armar a un bando para que derrote al otro se estaría incurriendo en la contumaz costumbre de occidente de crear cuervos como el malogrado Sadam Husein, a los que luego tiene que defenestrar antes de que le saque los ojos. Lo que se debe hacer con Libia es una intervención para que ambos bandos se separen, si es preciso mediante el uso de la fuerza, evitando ayudar a ninguno de los bandos y evitando que se maten entre sí. Las Naciones Unidas contemplan en su artículo VII medidas para imponer la paz mediante la fuerza. Una misión de imposición de paz sería la solución más acertada, la que menos víctimas arrastraría y la que menos rencor y odio sembraría entre el pueblo. Las presiones sociales, económicas y políticas harán caer a su inefable dictador tarde o temprano. ¿Aprenderemos de una vez o tropezaremos con la misma piedra que en otros lares?

25/3/11

La insólita historia de un caminante

   Llegó caminando, cubierto de polvo de pies a cabeza, en compañía de un pequeño perro y con la apariencia de llevar años viviendo en la calle. Estaba en las afueras del pueblo y se dirigió tambaleándose hacia el primer bar que encontró. Entró jadeando y se apoyó en la barra con esfuerzo.
   _Por favor, ¿me puede poner un refresco? No llevo dinero encima, pero le prometo pagárselo mañana mismo.
   _Caballero, si hiciera eso con todos los mendigos que entran pidiendo tendría que cerrar. Y aquí no puede entrar con animales. Si quiere le puedo dar un vaso de agua.
   El caminante le dio las gracias pero rechazó el vaso de agua. Buscó otro bar con gran dificultad y volvió a repetir la operación.
   _Lo siento, no doy nada a vagabundos. Lo siento de verdad _contestó el camarero.
   _Le doy mi palabra de hombre que vendré a pagarle mañana mismo el doble del importe del refresco. Vengo caminando desde la ciudad y me he empezado a encontrar mal.
   _Lo siento de verdad, pero me he llevado muchas decepciones con gente como usted. Si quiere le puedo dar agua de grifo. Es todo lo que puedo hacer.
   _Pero estoy desfallecido, apenas tengo fuerzas para hablar. Necesito azúcar.
   _Haga el favor de salir, me está espantando la clientela.
   El caminante dio las gracias al hombre y salió extenuado del bar. Se sentó a pocos metros a reponer fuerzas durante unos minutos y siguió buscando otros bares. Entró en otros dos y las respuestas fueron parecidas. En uno no le dejaron entrar con el animal, en el otro le ofrecieron un vaso de agua, nada más.
   En el quinto bar, de apariencia humilde estaba el camarero viendo la televisión y dos clientes tomaban un vino en una mesa. Al ver al caminante, el camarero sintió un primer amago de rechazo, pero dejó que hablara. Le contó que había salido de la ciudad a caminar, que se había perdido y llevaba más de cinco horas caminando. Necesitaba reponer fuerzas. El hombre se lo pensó un instante y le dijo que se sentara. Al rato le puso un refresco de cola en la mesa y un plato de carne con patatas.
   _Esto es lo que han comido en el menú del día _dijo el camarero.
   El caminante lo miró incrédulo y se le iluminaron los ojos.
  _Muchas gracias, muchas gracias, es mucho más de lo que esperaba. No quisiera abusar de su generosidad.
   _No lo está haciendo. En mi negocio nunca niego un plato de comida.
   _Prometo pagárselo mañana mismo con creces, le doy mi palabra de hombre.
   _No me debe nada.
   El camarero se negó a aceptar. El caminante pareció conforme. Se comió el plato de comida y el refresco. El camarero lo observó comer y le sorprendió que comiera con educación y cuidado. Cuando terminó dio un trozo de carne a su perro y dejó el plato y los cubiertos en la barra.
   _Muchas gracias, es usted un buen hombre _dijo el caminante como despedida.
   El camarero se sintió satisfecho con su obra. Se quedó hablando con los dos clientes que habían observado con disimulo la escena.
   Pasó una semana y el caminante se presentó en el bar para pagar su deuda.
   Cuando entró, el camarero le preguntó qué deseaba pero no lo reconoció. Tenía ante él a un hombre sin barba, de unos sesenta años, vestido con un elegante traje sin corbata y con un maletín en la mano.
   _Vengo a pagar la deuda que tengo con usted.
   _¿Perdón?
   _¿No me recuerda? Hace una semana vine caminando desde la ciudad aquí y usted me puso comida y bebida sin nada a cambio.
   _Es cierto. No lo había reconocido. Yo pensaba que usted...
   _¿Que era un mendigo?
   _Hombre, era lo que... como llegó así con barba y eso...
   _Ya se lo dije, salí a pasear desde la ciudad y me perdí por los caminos. Empecé a encontrarme débil y decidí acercarme a la única civilización que divisaba. Y usted me salvó la vida. Si hubiera tardado más en tomar azúcar, probablemente habría sufrido otro infarto.
   _No tiene por qué sentirse en deuda, solo fue un plato de comida. ¿Quién puede negar eso?
   _Los otros cuatro bares que encontré de camino. Por eso quiero que acepte este regalo que le he traído. Me sentiré bien si lo acepta.
   El camarero lo aceptó a regañadientes y el caminante se despidió dándole las gracias nuevamente. No esperó a que abriera el regalo.
   Dentro de la caja de regalo había un sobre y dentro del sobre un talón en el que se podía leer: páguese al dueño del Bar El Callejón el importe de todos los gastos que ocasione la restauración de dicho local y la renovación del mobiliario [...] 
   El hombre se quedó atónito viendo el cheque. Se asomó a la calle y vio un Mercedes encerado arrancar y partir. En la ventanilla trasera reconoció al pequeño perro que lo había acompañado en su travesía.
   Con el paso del tiempo, mientras restauraba el local intentando no abusar de su generoso patrocinador intentó recabar información sobre él. Supo que era un hombre que había amansado una considerable fortuna, que se había divorciado hacía dos años y desde entonces se había vuelto un alma errante con la única compañía de su perro.

22/3/11

La Edad Oscura y Truman

   Truman espera en la sala a que el alcalde de la ciudad lo reciba.
   _Ya puede pasar señor Truman _ dice la secretaria con una sonrisa forzada.
  Cuando entra al despacho se encuentra al alcalde flanqueado por cuatro personas, todas con rostro vehemente. Observa que hay varias cámaras y reporteros.
   _¿Quería verme, alcalde? ¿Qué es...?
   _Sí, siéntese señor Truman. Póngase cómodo.
   [...] Tras varias lisonjas y evasivas, el alcalde decide ir al grano.
  Hoy empieza una nueva vida para usted. Todo cuanto ha vivido hasta hoy ha sido una representación televisiva.
   Truman lo mira con el semblante lívido. Luego se ríe nervioso.
   _No sé si le estoy entendiendo bien, señor alcalde ¿qué es todo esto?
   _Es el comienzo de su nueva vida. A partir de hoy es usted libre. Ha finalizado el contrato de treinta años que tenía con la Corporación Trumancorp. Le hemos asignado un equipo de psicólogos y abogados para que le preparen para su nueva vida fuera de nuestros estudios de grabación. Si firma aquí quedará usted libre de toda responsabilidad con nuestra corporación.
   _Pero, no entiendo de qué me está hablando. Usted es el alcalde de... esta ciudad.
  _No, señor Truman, yo no soy alcalde, soy un actor de la productora Trumancorp y lo que usted llama ciudad es solo un estudio gigantesco en el que ha estado encerrado durante treinta años. La corporación compró los derechos de propiedad sobre usted durante este tiempo.
   _¿Y mi mujer? _dice gimoteando.
   _Una actriz. Lo siento.
   _Mis padres ¿también?
   _Así es.
   _Y ¿qué hay de las otras ciudades? ¿Nueva York, Los Ángeles?
   _Dejaron de existir hace miles de años.
   _¿Y los políticos, las películas, las guerras, el terrorismo?
   _Son antiguos vídeos de una época muy remota.
   _¿Quiere decir que ha dejado de existir todo eso?
   _Eso es. Ahora estamos en otra Edad.
   _¿Cómo es?
  _¿La Edad Dorada? No hay guerras, ni violencia, ni egoísmo, ni hambre, ni estupidez... Todas las enfermedades han sido erradicadas, no hay cárceles, ni delitos, ni nada parecido.... Será mejor que lo descubra por sí mismo. Hoy empieza su nueva vida. ¿Quiere firmar aquí? [...] Muy bien, señor Truman. Es usted un ciudadano libre. Descubra el mundo que tiene ante usted.
   _¿Puedo hacerle una pregunta?
   _Las que quiera.
   _¿Por qué?
  _Fue una decisión muy difícil. Necesitábamos enseñar a nuestros hijos cómo era el mundo del pasado, cuando reinaba la violencia y los hombres se destruían entre ellos. Los vídeos en dos dimensiones no tienen el poder pedagógico que tiene un reality show en cuatro dimensiones. Pensamos en hacerlo íntegramente con actores, pero todo el mundo sabría que simplemente estaban actuando, por lo que pensamos en comprar los derechos de propiedad durante treinta años de un embrión congelado, hacerlo crecer en mundo virtual, encerrado en un escenario gigantesco que se trasladase a otra época violenta. Espero que comprenda la importancia de la misión pedagógica que ha representado para nuestros jóvenes durante estas tres décadas. Nuestra intención era enseñarles cómo sería la vida de un joven que creciera en un mundo violento para que ninguno tuviera la tentación de caer nunca en la violencia.
   _¿Cómo saben que no han creado un monstruo que sembrará de violencia el mundo?
  _Está todo controlado, nuestro equipo de psicólogos velarán para que no exista ningún comportamiento fuera de lo normal.
   _¿En qué año estamos? _musita Truman.
   _En el año 12581. Usted ha estado viviendo en lo que se conoce como La Edad Oscura y se remonta diez mil seiscientos años atrás. El mundo que le espera fuera no tiene nada que ver con esta época.

19/3/11

Karma yonki Bicho

Había una vez un desecho de la sociedad que había buscado su destino él solito sin ayuda de nadie. Lo llamaremos Bicho, con cariño. Todo el mundo lo temía, todo el mundo se refería a él como amigo suyo, todo el mundo había escuchado hablar de él, pocos lo habían visto. ¿No me lo quieres dar? Pues llamo a Bicho. ¿Me quieres pegar? Pues llamo a Bicho. Si te acercas a mí, llamo a Bicho. Cuidadito conmigo que soy amigo de Bicho. Esa era la retórica del matonismo más rancio, el argumento del que no se vale por sí mismo y precisa de figuras mitológicas para salir del atolladero en que se mete.
Pues bien, uno de mis púberes días me encontré con un tipo que parecía no haber comido en semanas, llevaba ropa raída y cochambrosa y el rostro demacrado, como si arrastrara un sufrimiento indecible. Con todo, el tipo se nos encaró a mí y mi colega. Llevábamos unos ladrillos, no recuerdo por qué, y nos dijo que se los diéramos. Nos miramos, nos dijimos con los ojos que si nos poníamos a repartir hostias se iba a llevar unas cuantas, pero preferimos pasar de él. Pero no se quedó contento e insistió en llevarse nuestros preciados ladrillos. Volvimos a mirarnos y dijimos: Pa' chulos nosotros. Y los tiramos al río ante sus narices. Quedamos en tablas y cada uno siguió su camino.
Meses después volví a ver a ese trozo de carne con ojos en el centro de la ciudad, pedía dinero para meterse un chute. Casi me parto la caja cuando lo vi. Había menguado aún más, era un hombre a escala, una versión reducida de sí mismo. Podría darle un sopapo y volaría varios metros. Me dije que el karma le había dado un  buen castigo a ese osado mierdecilla, que se dedicaba a bravuconear con quien le podía partir la cara con una mano atada. Pero lo más insólito fue lo que me dijo un amigo. Mira, ese es Bicho. No daba crédito. ¿Ese andrajo humano era Bicho? ¿El Bicho que todo el mundo temía? ¿El Bicho que todo el mundo esgrimía como el amigo más poderoso? Pues sí, ese era Bicho. Se había convertido en un desecho de la sociedad, en un yonki cuyo cuerpo se llenaba de heroína y se vaciaba de vida. La capacidad de fabricar mitos que tiene la gente es ilimitada, pero desde entonces, mi capacidad de creer esas sandeces es limitada.

17/3/11

Parecía una chica fácil II

...Viene de Parecía una chica fácil I

   Contesté al teléfono esperando su voz.
   _Sí.
   _Soy yo _no hacía falta que dijera nada más. Sabía quién era perfectamente. Suspiré y sonreí para mis adentros.
   _¿Cómo te encuentras?
   _Fatal. Mi madre quería llevarme a urgencias.
   Se hizo un breve silencio.
   _Quería darte las gracias _dijo al fin. Aunque estuviera al otro lado del teléfono y me debiera la vida, yo no estaba acostumbrado a hablar con chicas sin una buena dosis de alcohol, por lo que las palabras se me quedaban remoloneando en la mente sin querer salir.
   _No hay de qué.
   _No, sí hay... eso no lo hace todo el mundo. Sobre todo después de lo de anoche.
   _Bfff. Casi ni me acordaba.
   _Podías haberte aprovechado y no lo has hecho.
   _¿Cómo sabes que no lo he hecho?
   _No estaba tan mal como parecía.
   _¿Estabas consciente?
  _Recuerdo bastantes cosas. Me diste el teléfono después de besarnos. Recuerdo el aparcamiento y también cuando me metiste en el coche. Si no me mata mi madre antes, el próximo finde saldré por allí. Esta vez más tranqui.
   Traté de hacerme el duro y fingir cierta indiferencia.   
   _Muy bien. No sé si podré salir, ando liado, pero si salgo a ver si nos vemos.
   Pasó una semana demasiado lenta como para durar solo siete días. Me acordaba de ella a todas horas, pero aguanté estoicamente hasta el fin de semana sin cometer la debilidad de llamarla. En lugar de montar el desembarco de Normandía en versión fiestera, opté por quedar con solo un par de amigos y también por moderar más el alcohol. Mientras le contaba a los colegas mi aventura en solitario miraba de soslayo el reloj. Pensaba que no la vería entre tanta gente cuando llegara o que no la reconocería, pero fue verla y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Sin muchas delicadezas dejé a mis amigos casi con la palabra en la boca. Saludé a Jésica con dos castos besos y vi que ella también estaba acompañada por dos amigas, así que orquesté las presentaciones para dejarlos contentos. Me alejé un poco con ella para hablar con tranquilidad. Me di cuenta de que vestía con bastante más discreción que la semana anterior y que estaba aún más guapa.
   _¿Sabes que no sé tu nombre? _me dijo. Nos reímos.
   _Vaya, pues eso es importante. Me llamo Adel.
   _¿Adel?
   _Sí, sí, Adel.
   _Es la primera vez que lo escucho.
   Tenía una sonrisa que me encantaba.
  Cuando la noche había avanzado lo suficiente y ambos nos conocíamos bastante mejor volvimos a besarnos, pero esta vez fue diferente. Esta vez no la vi como una muñeca inane. Ella cerraba los ojos y se dejaba llevar. Los dos estuvimos tentados de continuar la fiesta en el asiento trasero del coche, pero teníamos miedo de destrozar algo bonito y decidimos disfrutar de esos besos que saben tan bien cuando sientes algo por alguien, aun siendo incipiente.
   Conduciendo de camino a casa tuve tiempo para reflexionar. La primera vez que la vi tuve una impresión equivocada de ella, aunque la culpa fuera suya. Ella parecía dispuesta a parecer una chica fácil, cuando en realidad no lo era, o no lo era tanto. Pensé que simplemente era una forma de aumentar la oferta de moscones como yo. Pero también pensé que mi actitud del primer día tampoco reflejaba mi forma de ser. Yo  me había esforzado en parecer un chulo superficial de los que solo persiguen sexo fácil para irse calientes a la cama, aunque algo tuviera de eso. Habíamos llegado a la zona en plan matones para comernos el mundo y entre nosotros teníamos una dialéctica muy diferente. Con mis amigos hablaba en plan: no veas cómo está, le he metido mano, pim pam, la tengo en el bote, pim pum. Todos ellos hablaban igual de sus parejas pero todos acabarían casados y cambiando pañales. Y ellas igual. Todas se bajarían de los tacones y se alargarían la falda y terminarían casadas con ellos. Todo era una representación teatral. Pero sin esa representación teatral ni ella me habría conocido a mí, ni yo a ella.

15/3/11

Parecía una chica fácil I

   Íbamos con ganas de comernos el mundo. Éramos una panda de chicos ardientes por demostrar lo machos que éramos cada uno. Estábamos dispuestos a arrasar la zona sin contemplaciones. Fuimos en varios coches camino de la zona de marcha, por el camino gritábamos eufóricos con el cerebro atestado de alcohol y la música a todo trapo. Alguno se atrevió a enseñar su trasero por la ventanilla. Las carcajadas eran sonoras. Nos creíamos los amos de la ciudad. Cuando llegamos fuimos apartando a la gente como si la zona fuera nuestra. Más que buscar marcha parecía que íbamos a hacer una redada. Nos desplegamos por los múltiples locales de la zona en busca de hembras. Al rato cada uno estaba buscándose la vida. Sin darme cuenta me quedé solo. Allí estaba ella.
   Durante varios segundos no fui consciente de que había algo más allá de su escote. Pero al rato me di cuenta de que incluso era guapa. Ojos verdes oscuros, pelo negro lacio, cara de niña y su sonrisa. Su primera sonrisa me la obsequió gratis, estaba en el bote. Al menos ese fue mi pensamiento etílico. El local estaba oscuro y los flashes intermitentes hacían que todo pareciera fluir a cámara lenta. Los altavoces vomitaban vatios que atravesaban los huesos. Sonaba un bombazo de Safri duo que se llama All the people on the world. La mezcla  de alcohol, luces psicodélicas y su escote hicieron que me creciera. Después de devolverle la sonrisa se puso a bailar a mi lado. Pensé: una chica fácil. Me di cuenta de que tenía unos tacones enormes y una minifalda diminuta. Me olvidé de que no sabía bailar y traté de seguirla. O había aprendido a bailar esa misma mañana o todos bailábamos igual de mal, porque no desentonaba en absoluto. A los pocos minutos ella estaba bailando con su pierna entre las mías. Me pregunté qué clase de baile era ese, pero solo durante un segundo antes de seguir hipnotizado con su escote vertiginoso. Al rato estábamos abrazados comiéndonos la boca. Aunque me creía el centro del Universo casi la mitad del local estaba haciendo lo propio. Sin embargo aquello no era tan bonito como parecía. Me di cuenta de que ella había bebido probablemente más que yo, así que resultaba imposible entender lo que decía. A falta de palabras opté por los hechos. 
   Nos trasladamos a un rincón más discreto, libre de miradas y dejé que mis manos explorasen hasta dónde me dejaba llegar. Para mi sorpresa no me detuvo en ningún momento, así que seguí allende pocos se atreven a la primera. Pero lejos de ponerme..., me quitaba. Aquello no tenía morbo alguno. Parecía un maniquí. Quizá se había pasado tanto con el alcohol que no sabía ni qué estaba haciendo allí. Así que todo se fue desinflando. Finalmente opté por dejarla allí. Aquello no me sabía a nada. Me pidió el teléfono con las únicas palabras que le entendí y se lo di por si acaso. Cuando estaba a punto de despedirme me pidió que la acompañara al aparcamiento. La llevé casi colgada de mí creyendo que se le pasaría la moña con el aire pero al dejarla me di cuenta de que no se sostenía sola. Se quedó apoyada en un coche con los ojos entornados y diciendo algo ininteligible. Tuve un arrebato de piedad y pensé en ir a por el coche para llevarla donde me dijera pero no sabía si entendería lo que decía. Así que me quedé allí un rato esperando a que se encontrase mejor.
   Al rato se abrazó a mí de nuevo y así estuvimos unos minutos hasta que noté que hacía algo raro. Tuve que apartarme para que no me pusiera perdido con el vómito. Definitivamente la noche no estaba saliendo como había esperado. Pero algo en mi interior me hizo sentir lástima por aquella muchacha inerme. No sabía con quién había llegado hasta allí, no la había visto acompañada en ningún momento. Ella apenas era capaz de articular palabra y en ese estado, con esa ropa tan sugerente estaría expuesta a los numerosos carroñeros que se apiñaban en torno a la carne fresca. Así que me negué a dejarla tirada en aquel aparcamiento. La senté entre dos coches y dejé que se durmiera apoyada en el parachoques de un todo terreno. Mientras dormía, yo me pregunté qué mecanismos mentales hacían que no me aprovechara de su vulnerabilidad para meterle mano. La repasé de arriba abajo, tenía una minifalda que se le había subido y mostraba parcialmente unas diminutas bragas blancas, por algún motivo los tacones se me antojaban como ridículos en aquella situación tan lamentable, su blusa apenas cubría algo de su piel y llevaba un sujetador blanco casi invisible que dejaba ver la mayor parte de sus generosos pechos. Sin embargo más que lujuria sentí por ella algo parecido al afecto protector al verla semi-desnuda.
   Cuando llevábamos allí algo más de una hora me pregunté cuánto tiempo sería capaz de aguantar, así que decidí ir a por el coche, donde estaríamos más cómodos. Fui corriendo con todas las fuerzas de mis piernas hasta donde tenía el coche y volví a mayor velocidad de lo que aconsejaba la señalización de tráfico. En apenas diez minutos estaba recogiéndola y acomodándola en el asiento trasero. En la maniobra se le cayó un billete doblado y el carné de identidad. Miré sus datos y comprobé que se llamaba Jésica, que tenía apenas cumplidos los dieciocho años y que vivía a veinte kilómetros de allí. Entonces me propuse llevarla a casa. Me la jugaba al conducir en mi estado, pero no podía permanecer allí cuando el amanecer despuntaba en el horizonte. Así que me dirigí por la carretera de la costa en lo que parecía el viaje más estúpido de mi vida.
   Cuando llegué a su ciudad los trabajadores más madrugadores ya estaban saliendo de sus casas. Y yo buscaba el domicilio de aquella muchacha embriagada. De pronto me di cuenta de que aquello era lo más estúpido que se me podía haber ocurrido. ¿Qué iba a hacer? ¿Llamar a su casa y decirle a sus padres que la había encontrado en el aparcamiento y le había leído el carné? ¿O que había estado metiéndole mano hasta que me había dado cuenta de que estaba demasiado borracha? Así que intenté despertarla cuando estaba a  apenas unos metros de su casa. Se despertó, dijo algo incoherente y volvió a dormirse. Así que volví a hacer otra estupidez más en el mismo día. Llamé a su casa.
   Contestó una voz de mujer adormilada. Le dije con mi voz melodiosa que era amigo de su hija y que la había traído en el coche porque no se encontraba bien. Conforme salían las palabras de mi boca me arrepentía de cada una de ellas. Al minuto bajó la mujer despeinada y en bata. Alcé las cejas fingiendo ser el mejor chico del mundo y le dije que no sabía qué había bebido.
   _¿De qué dices que la conoces? _me preguntó con evidente suspicacia.
   _De la zona.
   _Ah, de la zona _dijo. No hacía falta más preguntas; la mentira le había quedado clara.
   Cuando la chica escuchó la voz de su madre pareció resucitar. Se levantó tratando de fingir normalidad, se atusó el pelo, se colocó la falda y caminó como pudo hasta su casa. Me despedí de ella fingiendo por enésima vez que la conocía.
   _Hasta luego, Jésica.
   Fui a casa a tratar de dormir algo, pero mi cabeza era incapaz de descansar.
   Cuando llegó la noche, mi móvil sonó con un número desconocido.


Continúa... en Parecía una chica fácil II





14/3/11

La alianza de civilizaciones a debate

Vaya por delante que estoy completamente a favor de toda iniciativa que vaya encaminada a traer la paz en el mundo. Faltaría más. Dicho lo cual, cabría debatir la Alianza de civilizaciones desde varios aspectos. Tal vez no para censurarla sino para conducirla hacia mejores derroteros. En primer lugar está el propio concepto de civilizaciones. Entendemos que hay una civilización occidental, de origen judeocristiano, industrializada, democrática, liberal, etc. Por otro lado tenemos la civilización musulmana, heterogénea en sus regímenes, desde democracias como Turquía, teocracias como Irán o Dictaduras como Libia. Pero esa concepción es solo parcial, pues dentro de ambas coexisten grupos, facciones o colectivos que nos impiden hablar de bloques homogéneos, como los abundantes colectivos musulmanes que viven en Europa. ¿A qué civilización pertenecen?   O las minorías cristianas de Oriente próximo y el norte de África. Por otro lado está el concepto de Alianza. Promover una alianza puede ser indicio de que existe una ruptura que hay que reparar. Las alianzas las suelen formar enemigos históricos que se unen contra un enemigo común. Finalmente habría que reflexionar sobre los propios países promotores. Si bien es cierto que España y Turquía son dos países fronterizos con otras culturas, también es cierto que antes debieran resolver los conflictos latentes que mantienen con sus vecinos más inmediatos antes de formar alianzas con los vecinos más distantes. En el caso de Turquía, con Chipre y en el caso español, con Marruecos. Si comenzasen a solucionar las diferencias con los vecinos más próximos, sería más fácil extender esa influencia por el resto de países.

El lugar más atroz que he visto jamás

El otro día encontré el lugar más atroz que he visto jamás. Se trataba de un lugar donde alguien había expuesto trozos de animales, miembros amputados en las paredes, sangre coagulada e incluso cabezas enteras. La gente entraba con toda normalidad en aquel atroz lugar y para mí espanto se llevaban trozos de animales en bolsas. En aquel lugar se había producido un acto horripilante de aniquilación y la gente sonreía con indiferencia al contemplar los resultados de semejante masacre. Solo pensar en el tipo de personas que han realizado tan macabro acto me horroriza.

13/3/11

El príncipe gay

   El príncipe Marco, heredero de un diminuto país, se preparaba para suceder a su padre alejado del ruido de palacio y ajeno a las exigencias que su cargo requería. Su asesor personal estaba volcado en introducirlo en la sociedad antes de que fuera demasiado tarde.
   _Alteza, creo que tenemos que empezar a tomarnos en serio lo de su imagen pública.
   _¿Qué pretendes, Bruno?
   _Creo que tarde o temprano la gente empezará a hablar de usted, de sus idas y venidas, de los asistentes jóvenes y guapos que desfilan por palacio...
   _Bruno, ¿no insinuarás que debo salir del armario? Eso sería...
   _No, alteza. Tengo un plan perfecto.
   _Qué miedo me das, Bruno.
   _Su Alteza tiene que casarse.
   _Por Dios. ¿Te has vuelto loco?
   _Es la única solución. Ya se ha empezado a hablar de su sexualidad... No querrá...
   _¿Pero casarme de verdad? ¿Con quién?
   _Tengo a la mujer perfecta. Es actriz, guapa, elegante, inteligente, jamás ha roto un plato y lo más importante... Está loca por ti... quiero decir por su alteza.
   _¿Cómo se llama?
   _Virginia McKenzie.
   _Oh, por Dios. ¿Cómo puedes decir que es guapa?
   _No tendría que consumar todas las noches. Solo tendrían que representar el papel de pareja feliz.
   _¿Cómo sabes que accederá a representar ese papel?
   _Porque ya he hablado con ella. Lo sé, soy muy malo, alteza.
   _¿Y ha accedido?
   _Totalmente. ¿Quién se negaría a casarse con un príncipe guapísimo?
   _Está bien ¿cómo lo piensas hacer?
   _Una cena supuestamente secreta. Dejaremos que algún paparazzi saque fotos y las publique como la exclusiva del año. Al día siguiente todo el país hablará de su relación y nadie se acordará de sus sirvientes ni sus asistentes personales.
   _Ya, ni de ti, Bruno. Ni de ti.

11/3/11

Las noches de luna llena

Las noches de luna llena me hierve la sangre, mis ojos se tornan amarillentos y se inyectan en sangre. Mi torso se cubre de un manto fino de pelo negro y mis uñas crecen y se afilan. Si decido montar en mi vehículo, ocurre lo inevitable, siento amenazas por doquier y tengo que dejar escapar mi furia en forma de estentóreos rugidos. Si por avatares del destino algún necio decide encararse conmigo, salto como una bestia sobre su carro y le arranco la carrocería a trozos hasta que llego a él. Entonces rujo con todas mis fuerzas y hago que se le aflojen todos sus esfínteres, y cuando voy a sacarlo de un zarpazo me apiado de ese aterrorizado despojo humano y me despido con un nuevo rugido. A la mañana siguiente suelo tener restos de pintura en mis manos y jamás recuerdo de dónde proceden. 

La solución al conflicto palestino

   Dos pilotos militares israelíes revisan el plan de vuelo antes de embarcar rumbo a la misión del día.
   _¿Estás seguro de que son esas coordenadas?
   _Sí, lo he comprobado. A mí también me extrañó la misión.
   El avión despega, toma altura y encara rumbo hacia una zona despejada en la franja de Gaza. Cuando llegan a las coordenadas lanza toda la carga que lleva en la bodega.
  Mientras, ciudadanos de un poblado cercano a la zona de lanzamiento contemplan con preocupación la escena.
   _¿Es israelí ese avión? _dice uno de ellos.
   _De dónde si no.
   _¿Qué lanzan?
   _Seguro que son bombas.
   _Pues no lo parece.
   Varios grupos de niños se lanzan a la carrera para ver qué han lanzado. Cuando llegan, abren varias cajas en cuya superficie luce la bandera israelí. Algún niño desconfía y no se atreve a abrir las cajas.
   _Son de Israel. Seguro que es algo malo _dice un muchacho.
   _Vamos a comprobarlo.
  Cuando contemplan el contenido se quedan atónitos. Alimentos, medicinas, agua... Varios muchachos más acuden estimulados por los primeros. En apenas unos minutos las cajas se encuentran vacías. Los muchachos muestran sus trofeos a los mayores. Uno de ellos dice:
   _Si en lugar de lo que nos lanzaban antes hubieran lanzado esto, el conflicto habría terminado hace tiempo.

10/3/11

Lo que te voy a hacer esta noche

   Asistían a una escuela de alta cocina, él y ella rondaban los treinta años, habían trabajado en varias cocinas y en una cocina se habían conocido. No querían conformarse con lo que sabían, por lo que asistían a frecuentes cursos de alta cocina para actualizarse. Ella había tenido relación con dos hombres casados, la última de ellas hacía aguas en la actualidad. Él estaba casado pero llevaba una racha de peleas frecuentes y de cuestionarse su propio matrimonio. Por tanto, ambos habían pensado en el otro como opción.
   Mientras el cocinero jefe disertaba sobre sus amplios conocimientos gastronómicos, él y ella flirteaban subrepticiamente.
   _¿Se puede saber por qué me miras así? _preguntó ella con sonrisa pícara.
   _Porque estoy pensando en lo que te voy a hacer esta noche.
   _Me parece que me confundes con otra.
   _Eso decís todas.
   _¿Quieres atender? nos van a llamar la atención.
   _Tengo una reserva en la suite presidencial del hotel Cielo. Mmmm.
   _Me parece genial. Que lo disfrutes.
   _Tiene jacuzzi y vistas a la playa. He encargado champán, ostras y fresas, mmm.
   _No seas tonto.
   _Llevaré velas aromáticas y aceite para masaje, mmm.
   _Por favor, que nos van a llamar la atención.
   _Te estaré esperando en recepción, a las ocho de esta noche.
   _No voy a ir.
   _Irás. Vas a llevar un vestido... negro, tacones, melena suelta... Sí. Vas a ir muy guapa.
   Por la noche, él esperaba en recepción leyendo el periódico. Miró la hora y vio que eran las ocho y veinticinco. Ella entró en recepción. Él se dijo: Así me gusta, que te hagas esperar. Llevaba melena suelta, tacones, vestido negro...

7/3/11

Chat y duelo de mentiras

Johnlonge18: Hola
Samantha19: Hola
Johnlonge18: ¿Eres chica?
Samantha19: Sí.
Johnlonge18: ¿Cuántos años tienes?
Samantha19: 19
Johnlonge18: ¿Te llamas Samantha?
Samantha19: ¿Cómo lo has adivinado?
Johnlonge18: Intuición
Samantha19: Y tú ¿cómo te llamas?
Johnlonge18: John Longe
Samantha19: Ya ¿esperas que me lo crea?
Johnlonge18: Yo tampoco me creo lo de Samantha
Samantha19: Poco a poco. ¿Cuántos años tienes?
Johnlonge18: 24
Samantha19: ¿Entonces por qué pones 18?
Johnlonge18: ¿Adivina?
Samantha19: ???
Johnlonge18: Una pista. Si quisiera resaltar mi altura pondría JohnLonge172 ¿lo pillas?
Samantha19: Ah, centímetros, qué romántico ¿cuánto hay que descontar a eso ¿10?
Johnlonge18: Poco a poco. Y tú ¿cuántos años tienes?
Samantha19: Demasiados para ti
Johnlonge18: ¿Cuántos?
Samantha19: Adivina
Johnlonge18: ???
Samantha19: Si quisiera resaltar la edad de mi hijo menor pondría Samantha24 ¿lo pillas?
Johnlonge18: Lo pillo. Una pelleja. Entonces la de la foto no eres tú verdad????
Samantha19: No. Tú tampoco, verdad??
Johnlonge18: Pues no. Si quisiera resaltar mi peso pondría Johnlonge135 ¿lo pillas?
Samantha19: Lo pillo. Gordo, feo y pichacorta.

5/3/11

El maestro Zheng y las almas

    El maestro Zheng pasaba horas meditando en medio del bosque. Nadie lo molestaba, hasta que caía la tarde y algunos jóvenes del lugar se acercaban para hacerle preguntas. Sabían que escuchaba todo lo que ellos decían, pero que sus respuestas eran muy breves y no acostumbraba a repetirlas. Por tanto, todos escuchaban con extrema atención sus palabras. Una tarde se acercaron dos adolescentes aprendices.
   _Maestro, tengo una gran duda _dijo uno de ellos_. Si el alma abandona el cuerpo cuando morimos y el espíritu lo baña todo, entonces, ¿el espíritu nos abandona también?
   Sin abrir los ojos siquiera, Zheng se tomó unos instantes y a continuación habló despacio pero con convicción.
   _Toma agua del manantial en un cubo.
   Los muchachos se quedaron esperando a que continuara con la lección, pero no pronunció ninguna otra palabra. Los muchachos se fueron decepcionados. Creían que el maestro les resolvería la duda.
   _Tal vez el agua del manantial contenga la sabiduría _dijo el otro muchacho.
   De modo que tomaron un cubo, fueron al manantial y lo llenaron. Dejaron el cubo junto al arroyo y se quedaron observando el cubo esperando que la sabiduría fluyera hasta ellos.
   _Llevamos más de una hora mirando el cubo y la sabiduría no viene a nosotros _dijo el muchacho que habló con el maestro.
   _Tal vez debamos preguntar de nuevo al maestro.
   _No, ¿no sabes que odia que le pregunten lo mismo dos veces?
   _Pero entonces nunca resolveremos nuestra duda.
   _Tal vez debamos esperar más tiempo y la sabiduría venga a nosotros.
   De modo que dejaron el cubo junto al arroyo y se marcharon. Al día siguiente volvieron, pero seguía igual. Volvieron otro día más y otro, pero la sabiduría se les resistía.
   _Llevamos una semana viendo el agua en el cubo y la sabiduría no viene a nosotros _dijo el muchacho.
   _Tal vez debamos hacernos preguntas.
   _Pero ¿quién las responderá?
   _Nosotros. Tú le preguntaste al maestro que si el alma abandona el cuerpo cuando morimos y el espíritu lo baña todo, entonces, ¿el espíritu nos abandona también? El maestro te respondió que tomaras agua del manantial en un cubo. ¿Por qué diría tal cosa?
   _Para que observemos la diferencia entre el agua del cubo y el agua del manantial.
   _Y ¿cuál puede ser la diferencia? Es agua igual de clara.
   _El agua del manantial fluye libremente, el agua del cubo está encerrada.
   _Tal vez el maestro quiso decir que nosotros somos cubos.
   _Entonces, si vertemos el agua del cubo al arroyo, el cubo pierde la vida que tenía.
   _Y esta volverá a fluir libremente y se fundirá con el resto del agua.
   _Pero entonces, ¿cuál es la diferencia entre alma y espíritu?
   _El alma es el espíritu encerrado en un cuerpo.
   _Qué sabio es el maestro.
   _Sí, qué sabio es.

4/3/11

Telebazofia

Si no tenéis historia, la inventáis. Si no tenéis verdades, las fabricáis. Si no hay nada importante que decir, habláis de estupideces. Convertís lo trivial en noticia, lo absurdo en normal, lo pueril en escándalo. Vomitáis basura, escupís porquería. Cada vez que zapeo y me olvido de saltar vuestro canal tengo que soportar vuestro griterío, vuestros vituperios. Habéis convertido la nadería en profesión, la estupidez en requisito, la necedad en oficio. Habéis otorgado la fama a lo más chabacano, mundano y ordinario. Perjudicáis doblemente. Primero porque dais valor a la gandulería, la estupidez y la vulgaridad. Segundo porque mientras estáis en emisión restáis tiempo a otros espacios que sí tendrían importancia. Pero descuidad, que os daré un mérito antes de terminar. Por muchas miserias que pueda tener alguien, siempre encontrará consuelo al encender la tele y ver que hay quien tienen más miserias y que encima, se forra compartiéndolas.

2/3/11

Ese pedazo de animal

Mastodonte, tozudo, monoceja, caminaba como un orangután, como si le escociesen las axilas. Necesitaba doble de espacio para deambular por el mundo. Masticaba la comida como si aún se encontrase viva. Casi siempre estaba malhumorado. Su vocabulario rondaba las veinticinco palabras y veinte de ellas no se encontraban en diccionario alguno. Hedía. Sudaba con profusión y expelía un nauseabundo olor corporal. Era necio. Tanto que no alcanzaba siquiera a saber lo imbécil que era. Cuando alguien a su alrededor mantenía una conversación interesante, trataba de quitarles la razón con sus argumentos de trituradora de asfalto. Presumía de mandar en su casa, pero era difícil que alguien habitara junto a semejante animal, salvo que tuviera querencia por el ganado. Cuando intentaba juntar esas veinticinco palabras y formar algo con sujeto y predicado, de su boca escapaban microbios e insectos de tamaño variable. Al final todo quedaba resumido en unos ininteligibles sonidos guturales. Él formaba parte de una cadena evolutiva que había permanecido aislada del homo sapiens y que se remontaba a la época en que los mamíferos comenzaron a caminar a dos patas. Muestra de ello era que no precisaba agacharse para rascarse los tobillos.

1/3/11

Mis adorables psicópatas

Dicen que uno de cada cien humanos es un psicópata, esos personajes denostados o afamados por sus andanzas mediáticas o históricas. Detrás de cada asesino, violador o dictador se suele esconder un psicópata, aunque no detrás de todos. Sin embargo, no todos los psicópatas tienen este perfil tan adorado por los medios de comunicación. Algunos psicópatas, o algunas, tienen una imagen mucho más sutil y benigna que los anteriores. Lo cual es de agradecer, pues deambular libremente entre un uno por ciento de asesinos en serie, sería una experiencia bastante delicada. Como decía, algunos psicópatas se esconden tras ese jefe demasiado exigente, tras ese ejecutivo agresivo, ese conductor competitivo, padre autoritario, madre dominante, marido maltratador, la esposa manipuladora, el hijo incorregible, el incendiario de bosques, el maltratador de animales, etc. Por lo visto, la génesis de estos especímenes es una infancia carente de afecto. De forma singular, los dos o tres primeros años de vida sin el afecto materno o un sustituto adecuado de este. Se puede decir que las personas que se crían sin ese afecto pasan a una especie de plan B. Activan todos sus mecanismos de supervivencia en solitario, sin socializar, sin las ataduras paternas, sin las constricciones sociales que requiere una vida en comunidad. Los rasgos distintivos de estos sujetos son, ausencia total de remordimientos, egoísmo profundo, incapacidad para sentir el dolor ajeno y gran capacidad de seducir y manipular a los demás para beneficio propio. De esta última cualidad, que muchos hacen gala, se deriva el adjetivo de adorables.