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30/6/11

Escúchame

Eh, escúchame. No necesito hablar. Sé que me puedes escuchar aunque estemos a una gran distancia. Sé que estás pensando en mí. Sé que lo sigues haciendo. Quiero decirte que cada día que pasa encuentro menos motivos para llamarte, pero sabes que sigues teniendo un espacio reservado en mí. No el que tú habrías querido, pero sí uno especial. Quiero darte las gracias por tus palabras, tus mensajes, tus miradas. Todo me sirvió de mucho cuando lo necesité. Nunca me olvido de los amigos de verdad y tú eres una amiga. Siempre lo serás. Aunque no encuentre motivos para llamarte y tú quieras fingir que ya no me recuerdas. Sé que en días como este, en instantes como este, me recuerdas. No puede ser de otra forma. Yo también te recuerdo. No traiciones tu memoria, tus sentimientos. No lo hagas. Si alguna vez ocupé un lugar especial en ti, deja que siga ahí. Tú, seguirás estando en mí.

Fieles devotos de San Miguel de la Cogorza

No recordaba cómo había empezado a beber pero podía jurar que era lo primero que recordaba de su vida. Miguel nació el día 29 de septiembre bajo la onomástica de San Miguel. Algún día descubrió que el venerado santo que le había dado su nombre tenía la sangre fermentada y parcialmente alcohólica. Fue por ello que decidió beber la sangre del Santo como fiel devoto. Bebía cerveza con el desayuno, la comida, la cena y si se terciaba, también entre comidas. Miguel acusaba los efectos del alcohol. En cuanto circulaba por sus venas la sangre del Santo se tornaba socarrón, a veces incluso ofensivo. Desenfundaba su lengua afilada y se mofaba de los defectos ajenos, sin duda, para desviar la atención de los suyos. Tenia una risa hiriente capaz de desquiciar al alma más serena. Soltaba chanzas como "Vaya, ha entrado la guapa, jajaja" cuando entraba al bar alguna señora entrada en carnes o "Mirad, ha llegado un ingeniero de la NASA" cuando entró un tipo delgado con gafas gruesas y aspecto de despistado. Tenía un dardo para cada diana y carecía de contemplaciones. Su nariz y sus pómulos brillaban rosáceos y estaban recorridos por capilares varicosos de fácil diagnóstico. Al paso que iba perdería hasta el último amigo que le quedaba, aunque no estaría sobrio para lamentarlo. La familia ya la había apartado de su lado hacía tiempo y no le quedaba nada más que la sangre del Santo. Tal vez bebiera para olvidar, pero ya no recordaba qué quería olvidar.

27/6/11

Amores prohibidos

   _Hola, Quique, ¿qué quieres tomar?
   _Hola, Tío. Una cerveza.
   _¿Caña, tercio...?
   _Buff, mejor un tanque, estoy deshidratado.
   _Eso está bien. [...] Bueno ¿cómo te ha ido todo? Hace que no nos vemos un montón.
   _Pues sí, tío. Entre unas cosas y otras. Creo que era agosto la última vez que nos vimos.
   _Y ¿qué tal?
   _Bueno, pues tengo muchas cosas que contarte.
   _Eso está bien, porque yo sigo igual que me dejaste. Eh... ah, sí, perdona, el tanque es para él, gracias, guapa.
   _¿Sabías que terminé con Alba?
   _Pues, no. Sabía que teníais problemas y tal, pero no, no lo sabía.
   _Pues nada, se acabó.
   _Pues, lo siento.
   _No, no lo sientas. Ahora que ha pasado el tiempo, me doy cuenta de que no estábamos hechos el uno para el otro. Ahora sí que estoy bien.
   _¿Estás con otra?
   _Sí, tío. Estoy muy, muy contento.
   _No la conozco ¿no?
   _No, no la conoces. Trabaja en uno de los restaurantes que llevo. Sigo de comercial, como siempre.
   _Ah, ¿sí?
   _Sí. La había visto unas cuantas veces y poco a poco... ya sabes, miraditas de esas que no puedes evitar.
   _¿Un flechazo?
   _Totalmente. Buff. No sé describirlo. No me había pasado nunca algo así.
   _¿Estás pillao?
   _Sí, tío. Es que ha sido algo muy fuerte. Empecé a llevarle productos en el verano. Hablaba con ella y... desde el principio noté ese... algo. Cómo me miraba... todo eso. Cuando me daba algo en la mano, me hacía así... [...]
   _Dios, eso mola.
   _Totalmente. Un escalofrío de arriba abajo.
   _Y ¿Cuánto llevas con ella?
   _Pues, formalmente vamos a hacer siete meses el día veinte.
   _Vaya, sí que te lo tenías callado.
   _Pues sí. Quería esperar, asegurarme de que va bien y todo eso.
   _Pero por...
   _No, por nada. Ella tiene treinta y ocho años. Ya sabes, amores prohibidos.
   _Ah, que es mayor que... que tú.
   _Sí, me saca cinco años y cinco meses.
   _Bueno, claro, que tú tienes ya... treinta y...
   _Treinta y dos, a punto de hacer treinta y tres.
   _Bah, entonces eso no es nada. Cinco años no es nada. Si me dijeras quince, vale. Pero cinco...
   _No, si yo no tengo ningún problema con la edad. Pero la gente ya sabes. Le encanta hablar. Creo que ella sí nota un poco lo de la edad. Quiere que vista más formal y todo eso. Y ya sabes que yo soy de vaqueros y camisetas. Pero no me importa. También hay que entenderlo. No quiere que la gente piense que soy un... crío.
   _Claro, claro. ¿Tienes una foto de ella?
   _Sí, llevo alguna en el móvil. [...] Es esta, y esta es su hija.
   _¿Su hija?
   _Sí. No te lo he dicho. Tiene diecinueve años.
   _Fiu, fiu. Menudo bombón.
   _Pues sí, es muy guapa. Pero prefiero a la madre, claro. Te lo digo de verdad.
   _No, ya, es muy guapa también. Desde luego que sí. Pero no sé. Tiene que ser un poco raro que ella tenga una hija tan mayor ¿no?
   _Somos adultos. Lo vivimos con normalidad. Yo no voy a hacer de padre suyo ni nada de eso.
   _No, ya. Claro. No quería decir eso.
   _No es una cría, es como si fuera su hermana pequeña o algo así. No necesita que estén encima de ella. Y además sigue teniendo a su padre.
   _¿Se divorciaron?
   _Pues sí, hace bastante. La hija tenía doce años cuando lo dejaron. He visto fotos de él... y buff... Hay cosas que no entiendo.
   _¿Qué?
   _Que no entiendo qué pudo ver en ese tío. Es mayor ¿sabes? y feo, joder. Por suerte la hija ha salido a la madre. Cosa de los genes esos.
   _Entonces va en serio la cosa ¿no?
   _Sí, yo creo que sí. Al menos por mi parte sí. En la foto parece un poco más mayor que en la realidad.
   _No, no parece mayor. Yo le echaría menos años.
   _Está muy bien. Se cuida. Dirige el restaurante de un hotel ¿sabes?
   _Aha. Me alegro por ti. Hombre, yo prefiero que sea más joven que yo, pero entiendo que te guste.
   _Porque nunca has probado a nadie de su edad.
   _Pues será por eso.
  _Ella ya tiene a su hija. Ya no quiere tener más hijos. Así que... su sexualidad está independizada de la procreación. ¿Me entiendes?
   _Creo que sí.
  _Quiero decir que una mujer que ha superado la fase de reproducción dedica todo su potencial para el placer.
   _Tú sabes mucho cabroncete.
   _Bueno. He tenido suerte.

23/6/11

El payaso recaudador

   Se aproximaba la hora de la comida, aunque era invierno el sol radiaba con intensidad. Era carnaval y el jolgorio y la algarabía habían tomado las calles de aquella pequeña ciudad. Pasacalles, charangas, comparsas y desfiles se mezclaban con disfraces más o menos elaborados. El alcohol mezclado con el calor hacía que a esa temprana hora ya caminasen los primeros ebrios trastabillando por las aceras. Veinte minutos antes de que una sucursal bancaria cerrase sus puertas, vio entrar a un payaso de aspecto simpático e inofensivo. Apenas hizo que algún empleado se girase con la sonrisa en la boca.
   _¡HOLA, HOLA, HOLA! ¡SOY EL PAYASO RECAUDADOR Y HE VENIDO A POR TODO EL DINERO! _Dijo con voz divertida, pero con un tono firme y enérgico que preludiaba lo que nadie deseaba.
Puso un saco vacío sobre una mesa y le dijo al empleado que lo llenase con todos lo billetes sueltos que tuviera a mano. El empleado comenzó con la retahíla memorizada en la que le decía que todo estaba bajo llave, que ningún empleado la tenía, que la caja se abría con retardo. El payaso cerró los ojos y sacó dos pistolas de sus enormes bolsillos.
   _¿Pero por qué me has tenido que decir eso? ¿No ves que venía a alegraros el día? Yo solo quiero el dinero del banco. No tenía nada contra vosotros hasta ahora. ¿Veis lo que habéis hecho? Ahora estoy enfadado. He tenido que sacar mis armas y no quería hacerlo.
Dos empleados observan con preocupación las pistolas hasta que ven una protuberancia en la boca del cañón en cada arma.
   _Son de juguete _farfulla el muchacho a su compañera.
   _Es verdad, son pistolas de agua _dice de forma que le pueden escuchar el resto de empleados.
   _¡Vaya, vaya, vaya! _dice el payaso montando en cólera _con la cantidad de personas normales que hay en el mundo y me han tocado a mí los putos héroes. Y yo que había pensado que erais de los que adoran a su familia. De los que no quieren problemas y quieren volver a casa enteros. ¡QUÉ DECEPCIÓN! _gritó con una voz estentórea que parecía emanar de un animal embravecido.
   Uno de los empleados había avanzado unos pasos en dirección a él a sus espaldas. El payaso se giró.
   _¿Tú eres el héroe? ¿Cómo te llamas? _dijo con un rostro contrito.
   _Sa... muel.
   _Bien, Samuel. Como me caes bien voy a hacerte un favor. Voy a evitar que cometas el mayor error de tu vida. Pon esos papeles en el suelo. ¿Quieres?
Samuel obedeció sin dilación.
   _Y ahora, apártate.
   El payaso, que no había perdido su pose grotesca con las dos pistolas apuntando al techo, apuntó con ellas a los papeles y lanzó sendos chorros de un líquido transparente a los papeles.
   Al instante comenzó a emanar un denso vapor que deshizo los papeles y buena parte del suelo.
   _Como veréis, no estoy para bromas. Hemos perdido un tiempo precioso que vais a tener que recuperar llenando ese saco a toda velocidad si no queréis que os fría la cara de imbéciles que tenéis en este momento.
   Así que, ¡LLENADLO DE UNA PUTA VEZ!
   Los empleados corrieron a empellones para llenar el saco con fajos de billetes de distinto valor, todos ellos usados.
   _Ahora abridme la puerta con amabilidad y volved con vuestras familias a disfrutar del carnaval. Dad recuerdos DEL PAYASO RECAUDADOR.
Según salía por la puerta roció el suelo con el líquido de las pistolas y bañó el local de vapor irritante.
   El payaso desapareció confundido entre la muchedumbre de disfraces haciendo muecas y gestos payasescos. A apenas quinientos metros, un tipo vestido de hombre-lobo con una pequeña mochila a la espalda se cruzó con varios coches de policía con sirenas y luces de urgencia. Se permitió lanzarles un ataque lobezno que se ganó el aplauso y las risas de los presentes. Ninguno de los policías sabía que aquel hombre-lobo hacía cinco minutos había salido disfrazado de payaso de una sucursal y se había ido desprendiendo de su atuendo y tirándolo a papeleras por el camino. Tampoco sabían que en su pequeña mochila cabían los ciento cincuenta mil euros que acababa de conseguir en el atraco al banco.

19/6/11

Odio a todo el mundo

Vaya por delante que soy un odiador transversal, horizontal. Es decir, odio alguna cosa de todo el mundo pero no odio todas las cosas de todo el mundo. Un día me puse a hacer una lista mental de las cosas que odio en la gente y me di cuenta de que no quedaba ningún ser humano fuera de esa clasificación. Lo cual, por cierto, me incluía a mí mismo. Y es que odio a los mentirosos, a los cobardes, a los ladrones, a los violadores, a los asesinos, a los corruptos, a los hipócritas, a los lameculos, a los irascibles, a los holgazanes, a los mártires, a los violentos, a los pendencieros, a los arrogantes, a los pusilánimes, a los suicidas, a los victimistas, a los que no reconocen su culpa, a los que se creen culpables de todo, a los te dicen lo que tienes que hacer cuando nadie se lo pregunta, a los que no te dicen lo que tienes que hacer aunque se lo preguntes, a los chulos, a los que miran por encima del hombro y a los que no te miran, a los que te admiran demasiado, a los que te tienen envidia, a los que se creen más que nadie sin serlo y a los que no se creen nada siendo algo, a los que adoran a todo el mundo aunque no se lo merezca y a los que odian a todo el mundo aunque no se lo merezca. Me odio a mí mismo, sí, pero solo un poquito. Que hay que seguir viviendo.

17/6/11

El dulce sabor de la indiferencia

Nadie podría esperar que alguien tenga como meta social conseguir la indiferencia de los demás. Suena a paradoja. Todo el mundo que tiene una meta social persigue la diferenciación, la distinción de los demás. Sin embargo, si has nacido diferente o las circunstancias de la vida te han llevado a serlo, es posible que lo que más desees sea que todo el mundo te mire como uno más, que deje de mirarte como algo singular. Mucho ha tenido que evolucionar la sociedad a través de la historia para liberar al deficiente, al discapacitado o al diferente de la tara de malditos. Antaño se los consideraba tocados por el mal. Dios había querido que acabasen así, que fuesen así, de modo que nada podía hacerse. De hecho, en múltiples épocas se recurría a medidas extremas como el infanticidio para evitar su carga familiar o social. En la actualidad se les ha ido reconociendo socialmente, probablemente, no lo suficiente, pero a años luz de lo que fue. Algunas personas que tienen una deficiencia aseguran que no desean ni ser estigmatizados ni recibir trato de favor, que lo único que desean es ser uno más en la sociedad. Es lo que venimos en llamar el dulce sabor de la indiferencia.

14/6/11

El placer de la música

La música es al oído lo que la gastronomía al gusto. Música es inspiración, es arte, es tensión y es placer. Para obtener placer auditivo hay que provocar tensión. Esa tensión se obtiene con los intervalos disonantes, que forman parte de la armonía musical. Finalmente esa tensión se resuelve en placer mediante los intervalos consonantes. Los intervalos son combinaciones simultáneas o consecutivas de dos sonidos, que pueden producir agrado o desagrado auditivos en diferentes niveles. Un tema puede prescindir de la disonancia en su composición, pero se vuelve predecible, monótono, aburrido. En la música moderna abundan los temas compuestos exclusivamente a base de consonancia, son piezas que resultan agradables la primera vez que se escuchan pero se vuelven insoportables si se escuchan con frecuencia. En cambio, las grandes obras son las que saben provocar la tensión musical para resolverla en placer, como una cuerda se tensa y se distiende, como unos amantes que concluyen en clímax después de la tensión sexual, como un cielo que se despeja tras la tormenta.

13/6/11

Vías muertas

Reconozco que las vías muertas tienen la capacidad de trasladarme en el tiempo. Son una mezcla misteriosa entre presente y pasado, entre melancolía y esperanza. Aún quedan tramos de vía que el paso del tiempo ha cubierto de herrumbre y mugre, pero que han resistido la voracidad de la trituradora inmobiliaria. Algunas se han convertido en evocadoras vías verdes, pero otros tramos aguardan su final con la vía férrea intacta. A su paso podemos contemplar el recorrido que realizaban aquellos viajeros de hace más de cuatro décadas con sus estaciones, puentes, túneles y pasos de montaña. Recorrerlas tiene una capacidad de evocación subyugante. Nos hace trasladarnos en el tiempo a aquella época en blanco y negro, cuando los viajeros se desplazaban exclusivamente por motivos de trabajo, cargando pesadas maletas de aristas afiladas y el semblante compungido. Hoy podemos sentir parte de lo que sentían recorriendo estas vías muertas antes de que la trituradora de asfalto las devore y sepulte bajo toneladas de hormigón y ladrillo para siempre.

12/6/11

Un cliente insatisfecho

   Braulio compró un teléfono móvil de los básicos, de los que sirven para hacer llamadas y recibirlas. Punto. Tuvo que soportar pacientemente cómo la abnegada empleada le recomendaba lo mejor del mercado.
  _¿Seguro que no quiere cámara de ocho megapixels? ¿Internet? ¿televisión? ¿navegardor? ¿bluetooth? ¿wi-fi?
  _Que no, jovencita, llamadas baratas y punto.
  _Sepa usted que todos los clientes acaban utilizando estos servicios y además no representarán ningún coste añadido para su factura. Además, hoy, incluso el móvil más sencillo ya viene de serie con bluetooth, cámara...
   _Mira, guapa, mientras no tenga que pagar un céntimo puedes ponerle rayos láser, pero termina ya.
   _No se arrepentirá, podrá usted compartir archivos vía bluetooth, navegar por Internet, hacer fotos con flash, editarlas con múltiples marcos, establecer el terminal como navegador GPS, acceder a redes sociales para...
   Después de escuchar la retahíla de lindezas, Braulio salió con la aparatosa caja en sus manos, consciente de que había pagado por todas esas funciones que no iba a usar jamás. Con gran dificultad consiguió ensamblar el puzle y que encendiera el aparato. Tarjeta, batería, carcasa, cargador, auriculares, cable USB...
   Al cabo de un mes recibió la primera factura de telefonía. Noventa euros.
   Braulio entró en un estado de catatonía, con los ojos en blanco y espasmos musculares. Cuando se repuso fue a la tienda donde había adquirido el teléfono. La jovencita que se lo vendió no estaba. En su lugar había un muchacho imberbe con unas gafas de no menos de quince dioptrías.
   Braulio preguntó por la empleada que se lo había vendido.
  _Ya no trabaja aquí, pero seguro que yo puedo ayudarle.
  _Verás, solo he hecho un par de llamadas en este mes y me ha llegado una factura de noventa euros.
  _Veamos, deme su número de teléfono _el miope tecleó algo en el ordenador_ ¡aha! ¡aha! bien. Usted tiene contratado un servicio de Internet, tarifa plana de... treinta y cinco euros, más IVA.
   _Tiene que haber un error, yo no he contratado nada de eso.
  _Verá usted, es que es un servicio que viene con este terminal. Si desea suprimirlo tiene que llamar al número...
   _Vamos a ver, chaval, le dije bien clarito a tu compañera que solo quería un teléfono para llamar y recibir llamadas, punto. Así que ya me estás devolviendo el importe de ese servicio...
   _Eso no podemos hacerlo, caballero. Es un servicio que ya se ha prestado y no se puede...
   _Es un servicio que no he pedido, muchacho. Así que...
   _Caballero, si quiere puede poner una reclamación...
   _Vale, vale, y dígame, el resto de la factura ¿en qué consiste?
  _Vamos a ver... ¡aha! Sí. Bien. Tiene usted contratado una suscripción a varios servicios de mensajería instantánea de noticias deportivas, meteorológicas, internacionales...
   _No, no, no, no. Yo no me he suscrito a nada de eso, chaval.
   El miope se ajustó las gafas con el dedo índice.
  _Verá, son servicios que vienen con el terminal y debe usted desactivarlos si no quiere que se lo sigan cobrando. Habrá recibido varios mensajes estos días ¿verdad?
   _Sí, pero... vamos a ver, yo le había dicho a tu compañera que solo quería un teléfono para llamar y recibir llamadas.
  _Lo comprendo, caballero, pero son servicios añadidos a su terminal, que ya se ha prestado. Si no desea seguir recibiéndolos puede desactivarlos y si lo desea puede poner una reclamación...
   _No, lo que quiero es hablar con tu encargado ahora mismo.
   _Verá, caballero, esto no funciona así. El delegado de zona no se encuentra en la tienda. Si lo desea puedo llamarlo para ver por dónde se encuentra y tal vez pueda usted ir a verlo a otra tienda.
   Con creciente exasperación y un elevado ejercicio de contención, Braulio apuró su último cartucho.
   _¿No puedes llamarlo tú y pedirle permiso para devolverme el importe de esos servicios?
   _No, no, caballero. Verá, esto no funciona de ese modo. Ni siquiera el delegado de zona tiene autorización para devolver una factura. Debe usted interponer una reclamación al servicio de atención al cliente y...
   _¿Y cuánto tarda eso en resolverse?
   _En tres meses le contestan y, si aceptan su reclamación, le devuelven el importe en unos seis meses.
   _Así es como funciona esto ¿verdad?
   _Sí, caballero. Es que hoy día la gente usa esos servicios que usted tiene contratados y...
   _Muy bien. Tendréis noticias mías.
   _Muchas gracias, caballero. ¿Desea alguna otra cosa más?
   _No, solo una y tú no me la puedes solucionar.
   Braulio fue a su casa. Al cabo de una hora y media regresó a la tienda. El miope atendía a una pareja joven, mientras dos mujeres aguardaban su turno. Braulio enarbolaba un bate de beisbol.
  _¡Señoras, caballeros! ¡Tengan la amabilidad de abandonar la tienda! ¡Debo interponer una reclamación porque así es como funciona ES-TO!
   Los clientes salieron sin dar tiempo a que terminara sus palabras, pero el dependiente se quedó paralizado sin saber qué hacer.
   _¡Tú! ¡Lárgate también!
   _Caballero, es mejor que no haga nada de lo que pueda...
   _Como quieras.
   Braulio comenzó su sinfonía de destrucción, dedicando especial saña a las vitrinas que mostraban con orgullo terminales de telefonía como el que había adquirido. El dependiente salió de la tienda y se quedó a pocos metros compartiendo su bochorno con los curiosos que contemplaban la escena. Todo se desarrollaba a cámara lenta. Como fondo musical, las Walquirias de Wagner, que se colaban por las rejillas de la calle, los poros de la piel y las ventanas de la tienda. Hubo un instante en que no quedaba nada que destrozar en la tienda. Braulio salió de la tienda cual Rey de Bastos y, lejos de huir, se detuvo junto a la puerta a denunciar su situación. Algunos curiosos se apartaron unos pasos hasta comprender que no iba contra ellos.
  _¡Compré un teléfono móvil en esta tienda para hacer llamadas! ¡Lo dije bien claro! ¡Solo para hacer llamadas! Y ¿qué han hecho? ¡Cobrarme un servicio de Internet que no he pedido! ¡Cobrarme un servicio de mensajes que no he contratado! ¡NOVENTA EUROS, señores! ¡NOVENTA EUROS! ¡Vengo con la esperanza de que este empleado me solucione el problema y me devuelva el dinero! y ¿qué me dice? ¡Que ES-TO no funciona A-SI! ¡Que ni él ni su delegado de zona pueden hacer nada! ¡Que tengo que interponer una reclamación que tarda seis meses en resolverse, y que no tengo la garantía de que vaya a ser a mi favor! ¿Lo ven ustedes justo?
   Muchos de los presentes negaron con la cabeza y comenzaron a encararse con el encargado. Decían "eso no es justo" "devuélvele el dinero".
   En ese momento llegaba un vehículo patrulla de la Policía con las luces destellando. Braulio dejó con delicadeza el bate en el suelo y mostró sus manos a la policía en señal de rendición. Los presentes ovacionaron a Braulio mientras se dirigía pacíficamente hacia el vehículo de la policía. Saludó a los presentes mientras le aplaudían y se introdujo en el vehículo voluntariamente.
   Braulio tuvo que pagar una multa por los destrozos de la tienda pero no tuvo otros cargos en su contra. A los seis meses recibió la respuesta a su reclamación por los servicios prestados.
   Le denegaban la devolución del importe de los servicios "contratados".

9/6/11

Los acampados de Zaragoza

Quizá ni ellos mismos lo sepan, pero los acampados de Zaragoza están creando lo que se llama estructuras de poder. Es decir, se están organizando como grupo. Frente al Ayuntamiento de Zaragoza y a pocos metros de la magnífica Basílica del Pilar tienen desplegado su campamento residencial, pero junto a esta zona han creado una zona en la que se reúnen para alcanzar acuerdos. La mayor parte de ellos son jóvenes de entre veinte y treinta años, pero no faltan individuos de cuarenta o más años. Predomina la estética hippy, con sus características rastas, seguida de lejos por la punk, pero hay libertad para vestir como se desee. Han conseguido medios de sonido para organizar una asamblea y están debatiendo si deben establecer asambleas en los barrios, como han hecho otras ciudades, y abandonar el campamento o permanecer por más tiempo. Han organizado departamentos como una auténtica empresa, disponen de la sección de sanidad, la de información, etc. Cada uno de los departamentos tiene su líder aunque no los nombren de ese modo. A su vez la asamblea dispone de líderes, que tampoco nombran como tales, sino simplemente moderador o moderadora. Estos líderes se encargan de que el debate no se aleje del tema elegido y quitan la palabra a quien aprovecha su minuto de fama para alegar cuestiones alejadas del debate. Tanto ellos como sus homólogos en otras ciudades españolas se están moviendo, se están organizando. Dudo mucho que todo vaya a quedar en una simple sentada a las puertas de los centros de poder. Están organizándose en un movimiento estructurado y no parece que vayan a contentarse con paños calientes. Han recogido el sentir de un importante sector de la sociedad hastiado con la forma de hacer política. Están hartos de una clase política alejada del sentir popular, de un sistema que solo consulta al electorado cada cuatro años, que no representa a las minorías, que tiene al bipartidismo. Están cansados de unos políticos que hacen pagar a las clases humildes las tropelías que los acomodados perpetran desde el calor de sus lujosos despachos, de unos cargos electos que se pasean en vehículos de cien mil euros por delante de los miles de personas que sus decisiones han dejado en el paro. De un estilo de hacer política basado en el reproche mutuo, la exageración, la falta de rigor, la corrupción, la falta de transparencia y el interés de partido por delante del común. Los acampados llegarán a la política por cualquier vía de las posibles, pero llegarán. Tal vez formen un partido. Tal vez se sirvan de algunos partidos minoritarios existentes en la actualidad como UPyD o IU, que ya se han hecho eco de algunas de sus reivindicaciones. O tal vez se constituyan en asociaciones que influyan sobre la política pero sin entrar en ella. El modo estará por ver, pero si los grandes partidos no toman buena nota de estas reivindicaciones, de este hastío generalizado, van a ver mermados sus electorados de forma inexorable, lo cual traerá aire fresco al añejo mundo de la política, que lleva años oliendo a naftalina.

8/6/11

Qué pasaría...

Qué pasaría si en lugar de quedarme aquí sentado mirándote furtivamente fuera más explícito, si escribiera mi número de teléfono en un papel y te lo entregara. Qué pasaría si no fuera un cobarde y te dijera cuanto siento, si no evitase tu mirada y te obligara a leer mis ojos. Qué pasaría si te dijera que sería terrible no volverte a ver nunca, dejarlo todo en manos del destino. Qué pasaría si en lugar de sonreírme dijeras que no estaría mal volver a vernos, saber algo más de mí. Qué pasaría si en lugar de ser cobardes fuéramos valientes, si nos dejásemos llevar por eso que los dos estamos pensando y no nos atrevemos a decir, si nos atreviésemos a romper las barreras que nos separan y diésemos un paso adelante. Qué pasaría si el mundo en que vivimos no trazara las fronteras que nos separan artificialmente y dejasen que tú y yo no fuésemos simplemente unos desconocidos que se han cruzado fugazmente, si el destino fuese de los dos juntos. Qué pasaría...

El oficio que hacemos nuestro

Cuando preguntamos por la profesión de alguien, es fácil que nos contesten yo soy cocinero, administrativo, policía, etc. Son profesiones con las que resulta fácil identificarse. Pero qué sucede cuando una misma persona desempeña dos o tres profesiones ¿Diría alguien soy basurero y limpiachicles? o ¿Soy desatascador y quitarremaches? ¿Puede una misma persona identificarse con dos profesiones con la misma facilidad o más bien tiende a tener una de ellas como accesoria? Dependerá de la calidad de cada una de ellas, claro. Es fácil decir soy médico y político o Empresario y abogado. Son profesiones con prestigio con las que no cuesta identificarse. También depende del tiempo que lleve uno desempeñando una profesión. Si llevo cinco días en una cocina ¿soy cocinero? o simplemente cocino. Si tengo formación musical pero jamás he trabajado en ello ¿soy músico? ¿y si no tengo formación musical pero trabajo en ello, sería músico? Necesitamos identificarnos con una función social que nos otorgue prestigio, por eso tendemos a reconocernos en unos oficios más que en otros. Cuando nuestro oficio no nos gusta o no nos identificamos en él tendemos a considerarlo como algo efímero, como una ocupación temporal con la que no estamos comprometidos. Es entonces cuando decimos simplemente trabajo en una empresa de separar basuras antes que decir soy separador de basuras, p.e. El ser o no ser esto o aquello es más una cuestión cultural que laboral, pues el prestigio de cualquiera de las profesiones mencionadas depende del lugar y del momento histórico en que nos encontremos. Una misma labor puede tener prestigio en un momento histórico y perderlo  en otro, casos como el de sacerdote, militar, empresario, etc. han visto cambiar su estatus a lo largo de la historia.

5/6/11

Odio los besos hollywoodienses

Siempre he pensado que los besos hollywoodienses están descafeinados, desalmados, carecen absolutamente de pasión, no transmiten absolutamente nada. Y lo peor es que los introducen a martillazos en infinidad de películas creyendo que son la bomba. Lo único que hacen es terminar de destrozar películas ya de por sí mediocres. Si los besos de verdad fueran como los de la factoría del cine serían un aburrimiento total. Por suerte no son así. Y por suerte existen películas capaces de transmitir mucho más con mucho menos, como Lost in traslation o The blue butterfly, donde sutiles abrazos o caricias son capaces de removerte por dentro con gran acierto sin incurrir en besos de plástico carentes de emoción. 

3/6/11

Pensando en otras cosas

   _Llevas todo el camino callado ¿en qué vas pensando?
   _Pues... si te lo dijera, te bajarías del coche aquí mismo.
   _Chico ¿Tan grave es?
   _Según se mire.
   _Bueno, si no quieres no me lo digas.
   _Sí, mejor que no.
   _¿Vas a ir todo el camino en silencio?
   _En eso hemos quedado ¿no?
   _No. Hemos dicho que no hace falta que me digas en qué vas pensando, no que no podamos hablar.
   _Está bien. Solo tengo una cosa en la cabeza y soy incapaz de pensar en otra.
   _Pero ¿qué es?
   _¿Lo ves? Sabía que querías hablar de ello.
   _Chico, si te vas a poner malo...
  _Pues estaba pensando en lo absurdo que es todo. Soy un tío feliz, a mis veintiocho años tengo un puesto directivo en una gran empresa, conduzco un coche de cien mil euros, tengo una mansión de puta madre en la que me espera mi preciosa mujer y mis dos estupendos hijos. Sin embargo ¿en qué estoy pensando en este momento? Pues cada vez que me giro y te veo ahí a mi lado, con esa faldita... pues te puedes imaginar. No pienso en otra cosa.
   _Bueno, todos pensamos en cosas que no podemos tener.
   _¿Tú también?
   _Sí, yo también. Tu piensas en acostarte con tu ayudante porque no la puedes tener. Yo pienso en casarme con un cabrón que solo desea tener sexo conmigo, mientras sigue casado con su "preciosa mujer". Como ves, todos pensamos en cosas que no podemos tener.