Pages

Subscribe:

Ads 468x60px

.

Labels

Social Icons

28/6/12

Barco sin rumbo termina a la deriva

Blueheart
Quienes se jactan de gozar de libertad como para improvisar lo que van a hacer al segundo siguiente, deberían saber que vagar por el mundo sin un rumbo, sin unos planes siquiera mínimos, solo conduce al caos  y a la perdición. Creer que esa situación es gozar de libertad es un profundo error. Cuando las personas no hacen planes, el desorden es su plan. Cuando no planifican su vida, el caos se encarga de planificársela. Al final, la supuesta libertad termina siendo la esclavitud de la improvisación y la ansiedad de la duda. Los planes pueden modificarse si es preciso, pero en general nos conducen por situaciones con cierto grado de predicción y seguridad que nos facilita la vida y nos reporta tiempo libre para dedicar a la improvisación de eventos menores. Barco sin rumbo no llega a puerto. Barco sin rumbo termina a la deriva.

La metáfora del escalador

Llegar a la cima de una montaña es una experiencia al alcance de solo unas pocas personas muy preparadas, con una gran constancia y capacidad de sacrificio. Supongamos que alguien está observando en la televisión cómo un escalador corona una gran cima y siente la tentación de hacerlo él también. Entonces, se le ocurre la idea de subir en helicóptero. Y la lleva a la práctica. Entonces llega a la cima y dice 'sí, están bien las vistas, pero no es para tanto'. Son millones las personas que se comportan en la vida así. Deciden emplear atajos para alcanzar sus objetivos sin prestar atención al camino que hay que recorrer. Son personas que juegan sucio, que copian en los exámenes, que hace trampas en el juego. El escalador que alcanza la cima con esfuerzo disfrutará de su logro, por el sencillo motivo de que el placer se logra mediante el esfuerzo del deseo. En cambio, el que accede a la cima sin esfuerzo se pierde la oportunidad de disfrutar de verdad del momento.

25/6/12

Recuerdos de la infancia

Recuerdo los nombres de muchos de mis compañeros de primaria. De forma singular recuerdo los que me acompañaron en quinto curso. Podría recitarlos y situarlos en el pupitre en que se sentaban habitualmente. Recuerdo al matón de la clase, al que me encantaba provocar y con el que acabé peleando unas cuantas veces, ganando oficialmente unas pocas y perdiendo extraoficialmente unas muchas. Recuerdo al más fuerte de la clase, a quien el matón nunca desafiaba. Recuerdo la guapa oficial de la clase, a quien todos teníamos la costumbre de piropear como deporte. Recuerdo que los chicos se jactaban de ocupar un conspicuo lugar entre los diez primeros de su lista de novios. Recuerdo a la chica que mejor pintaba hasta que llegué yo y pasó a ser la segunda. Recuerdo al empollón de la clase, al que sacaba las mejores notas, hasta que llegué yo y pasó a sacar las segundas mejores notas. Recuerdo a mi compañero de pupitre y amigo, con quien solo me peleé una vez y me dolió más que todas las que me peleé con el matón. Recuerdo al que respondió que el meridiano cero pasaba por Toledo y nos regaló un buen rato de carcajadas. Recuerdo a las dos chicas que más me gustaban, a la que se lo dije y a la que nunca se lo dije. A la que ya había desarrollado sus redondeces adolescentes y a la que contemplaba boquiabierto su bonita cara. Recuerdo a los dos menos aventajados, al que le ponían motes por sacar las peores notas y al que todo el mundo daba por inútil. Recuerdo a las tres chicas que protagonizaron una obra de teatro que yo dirigí con más vanidad que talento. Recuerdo a mi querido tutor, al que un día llamé papa sin darme cuenta. Recuerdo al matón del colegio, que fumaba tabaco y fumaba más cosas, que era matón pero se hizo mi amigo y desde entonces nadie me desafió. Recuerdo a un compañero que además era mi vecino y era un buen tipo pero me obligaron a enfadarme con él en contra de mi deseo. Recuerdo al chico rubio que se sentaba detrás de mí, que era rubio y con gafas, y se reía de las mismas cosas que yo y podíamos reír durante un buen rato hasta llorar, y además era simpático y encantador. Recuerdo a otro que también era buen amigo y que me gustaban sus ocurrencias. Recuerdo a otro que era tan guapo que en un concurso de disfraces se vistió de chica y ganó de forma abrumadora. Recuerdo a otro que se creía una estrella de rock y cada vez que entraba en clase levantaba los brazos para que lo ovacionaran. Recuerdo a una chica que ganó el concurso de velocidad lectora, que además era una chica dura porque tenía tres hermanos varones y siempre peleaba con ellos. Recuerdo que cuatro de ellos iban a buscarme a mi barrio y me iba con ellos y mis vecinos se enfadaban conmigo porque los dejaba plantados. Recuerdo que eran el más fuerte de la clase, el que se reía conmigo, el de las ocurrencias y el matón. Y aún me acuerdo de más, de sus nombres y de su posición en clase. Y no sé para qué sirve acordarse de todo eso, pero qué importa.

24/6/12

Afrontar con consciencia la vejez

Cuando escuchamos hablar a nuestros mayores podemos formarnos una idea del modo que tienen de afrontar la vejez, a través de sus relatos y sus opiniones. Haciendo un ejercicio de síntesis se podría agrupar en tres categorías la estrategia que adoptan las personas cuando se acercan a la tercera edad. Cada estrategia influirá de una forma determinante en la calidad de vida de los últimos años.
El derrotismo
La primera forma de encarar la vejez es la derrotista. Estas personas afrontan la madurez como un proceso de degradación incluso desde edades tan tempranas como los treinta o cuarenta años. Consideran la vejez como la antesala de la muerte y por ello, como un proceso de corrupción en el que el cuerpo de va degenerando. Todos sus relatos serán negativos aun cuando le queden cuatro o cinco décadas de vida. Estos relatos serán del tipo: 'estoy muy mayor', 'no se está igual con veinte años que con cuarenta', 'no creo que pueda hacer eso con mi edad', 'no creo que viva para ver eso', etc. Son relatos de derrotismo y de victimismo que limitan la capacidad del ser humano de evolucionar, de reponerse ante las adversidades y de crecer interior y exteriormente. Quienes adoptan esta postura se están condenando a sí mismos a vivir lamentándose de un mal ficticio que en realidad no tenían hasta que decidieron crearlo en sus mentes. Se hunden anímicamente con cualquier malestar o pequeña enfermedad y todo ello lo ven como signos de su degradación interna.
La evitación
La segunda forma de afrontar el paso del tiempo consiste en evitar hablar de ello. Es una postura más favorable que la anterior, aunque no la mejor. Los que afrontan la vejez desde esta postura mantienen su rutina de vida de forma idéntica a cuando tenían menos años. Siguen trabajando como siempre, mantienen las mismas costumbres, se juntan con las mismas personas para hacer lo mismo, etc. Hasta que de repente un día enferman súbitamente y al poco fallecen. Tienen una calidad de vida considerablemente mejor que los de la anterior categoría, pero viven ajenos a los cambios de la vejez y desaprovechan las oportunidades que el proceso les puede reportar a su enriquecimiento interior. Estas personas tienen una actitud en general optimista y suelen producir relatos como: 'el día que deje de trabajar me muero', 'llevo cincuenta años haciendo lo mismo', 'estoy hecho un chaval', 'ya quisieran muchos jóvenes estar como yo', etc.
La consciencia
Finalmente, aquellas personas que deciden elevar al primer plano de la consciencia su proceso de envejecimiento con todas las dudas y certezas que encierra. Este tipo de personas, profundamente raro en occidente, y no tanto en oriente, se preguntan por el significado de la muerte, por el destino del alma o el sentido del envejecimiento. Estas personas no ocultan su envejecimiento, no se avergüenzan de la edad que tienen y tratan de ser conscientes de cada paso que dan hacia la vejez. Los relatos de este tipo de personas serán del tipo: 'ahora entiendo cosas que antes no entendía',  'hay que disfrutar de este momento único', etc.
Llegar a mayores siendo conscientes nos hace más sabios pero sobre todo más felices. Si somos capaces de comprender que la vejez no está ahí por casualidad sino porque tiene un sentido en nuestra vida. La vejez es una época de serena reflexión en la que podemos aprovechar para conocernos y para conocer a un nivel que el apremio de otras épocas no nos permite. Por ello debemos rebuscar en nuestro interior ese sentido para saber qué hacemos aquí, qué queremos dejar cuando nos vayamos, en qué clase de personas queremos convertirnos, cómo queremos abandonar este mundo o qué queda de nuestra consciencia cuando el cuerpo se marchita.

21/6/12

Cine hiperrealista

En los últimos tiempos ha proliferado la producción de películas que trascienden los cánones de la filmografía tradicional para adentrarse en lo que convenimos en llamar hiperrealismo. Estas películas se apoyan en secuencias grabadas con vídeo digital para emular las grabaciones que los aficionados recogen con su videocámara. Con este recurso intentan transmitir un mayor realismo para reforzar la impresión que intentan causar. El género del terror es el que mayor uso está haciendo de este recurso, desde que en 1999 apareció 'El proyecto de la bruja de Blair' el repertorio no ha dejado de crecer, 'Paranormal activity', 'Monstruoso', 'REC', 'La cuarta fase'. Sin embargo, podríamos remontarnos al año 1980 para dar cuenta de un clásico del cine de terror que se apoyó en este estilo, 'Holocausto caníbal', de Ruggero Deodato. El estilo ha saltado a otros géneros que emplean tomas similares, con filmes como 'Open water', 'Hijos de los hombres', 'Distrito 9', 'Chronicle', etc. En general, el resultado es altamente satisfactorio, porque refuerza la función del cine de situarnos en escenarios en los que no podemos estar. Cuanto más realistas son esos escenarios, más intensa es la experiencia de su visionado.

20/6/12

Ideas sobre el concepto de Dios

Cada cultura ha representado al Creador a lo largo de la historia de una forma diferente, acorde a sus conocimientos acumulados y su visión del mundo. En las culturas tribales abunda la visión totémica, en la que el Creador está encarnado en un animal o un objeto al cual se le atribuyen cualidades sobrehumanas. En la antigüedad clásica se extendió la idea del politeísmo, según la cual existía un dios que gobernaba cada fenómeno; el dios de la guerra, el dios del amor, el dios del tiempo, etc. Con la irrupción del judaísmo en Oriente Próximo nace el monoteísmo, cuyos dogmas serán difundidos tanto por el propio judaísmo como por el cristianismo y el islamismo. El monoteísmo considera que existe un solo Creador que lo gobierna todo, pero de algún modo convive en un Universo donde queda lugar para cierto margen de caos. Ese caos es el mal, Dios es el bien. Por tanto, según las religiones monoteístas, Dios está en todas partes, pero no 'es' todas partes. Es decir, lo abarca todo, pero se ve obligado a combatir a un espíritu o fuerza que tiende al desorden. El Dios monoteísta reencarna la eterna lucha del bien contra el mal. Finalmente, el panteísmo es la creencia de que 'todo' es Dios. Esta creencia ha sido seguida tanto por filosofías orientales, como el taoísmo, como por la filosofía occidental, con Heráclito o Spinoza como ejemplos. Esta visión de Dios acepta la existencia de un bien y un mal, pero ambos dentro de un mismo sistema. El taoísmo llama a estas fuerzas yin y yang y considera que lo abarcan todo en el Universo, si bien no describe la existencia, per se, de un Dios. Según el panteísmo, estas fuerzas opuestas conviven en el interior de un único Dios que lo abarca todo sin excepción. En este caso, el mal no sería una fuerza externa a la que hay que combatir, sino una fuerza interna, como sucede con la enfermedad. Tal vez todas estas visiones sean compatibles, pues la realidad, a fin de cuentas, solo es una, por más que los humanos estemos empeñados en pintarla de mil formas distintas. Elegir una u otra forma de ver el mundo no es baladí, pues de esa elección deriva nuestra conducta individual y colectiva. Tal vez parezcan diferencias sutiles, pero considerar el mal como una fuerza externa o como una fuerza interna pueden orientar muchos de nuestros comportamientos y políticas. Si comprendemos que el mal es intrínseco a nosotros mismos, comenzaremos el cambio por nuestro interior. Si por el contrario entendemos que el mal siempre es un factor ajeno, estaremos siempre luchando contra fantasmas sin prestar atención a nuestra responsabilidad.

18/6/12

Formas de escribir

Cuando das los primeros pasos como escritor en ciernes, descubres que no todo lo que has escrito resulta igual de fácil de leer. Unas partes resultan fluidas y placentas. Otras suenan resultan frías y aburridas. Entonces te preguntas dónde está la clave de esas diferencias. Al fin y al cabo, te dices, la historia ha salido de la misma mente, por tanto no debiera contener esas irregularidades. A partir de entonces concentras tus esfuerzos en localizar el secreto del buen escritor. El genio que inspira esas líneas que parecen emanar de las entrañas mismas de la conciencia. Que parecen dictadas por una mente superior que emplea al escritor como escribano. No tardas en descubrir que los pasajes que describes pueden tener tres grados de profundidad desde el punto de vista subjetivo. 
Hay un primer nivel formado exclusivamente por palabras. Lo cual significa que por la mente del escritor solo desfilan palabras y nada más mientras teclea el ordenador o desliza el bolígrafo por el papel. Esos pasajes son extremadamente superficiales y solo se deberían emplear para narraciones invariables y superfluas. Por ejemplo: Marcelo fue un adolescente triunfador, en el deporte y con las chicas, pero no supo trasladar sus éxitos a los estudios, donde nunca había conseguido destacar. Es una secuencia fría y genérica en la que el protagonista podría tener cualquier apariencia. Sin embargo, estas secuencias son inevitables al escribir porque sirven para rellenar múltiples espacios en la trama y tienen la ventaja de ser predecibles y están siempre disponibles. 
En un segundo nivel nos encontramos con secuencias más profundas, en las que lo que desfila por la mente son imágenes. Este tipo de pasajes forman el esqueleto de muchas novelas de acción, misterio o ciencia ficción. Y en muchas de ellas serán incluso una bendición encontrarlas. Cuando el autor escribe estas secuencias está describiendo imágenes que tiene en su mente. Podemos hacer una demostración: Nacho entró con decisión a la cafetería donde tenía su cita a ciegas, se maldijo por no haber tenido tiempo de peinar sus cabellos rubios y trató vanamente de atusarse con los dedos.
Finalmente, hay un tercer nivel, bastante más difícil de alcanzar, que es el de las emociones. Cuando el escritor narra estas secuencias lo hace atendiendo a las emociones que siente al crear una historia en su mente. Podemos asegurar que hay millares de obras en el mercado que carecen por completo de estas secuencias. Son las que mayor calidad literaria aportan a la obra y las que más impacto tienen en el lector. El autor no se limita a describir una secuencia como si la estuviera contemplando en una pantalla, sino que hace un ejercicio de introspección para transmitir las sensaciones que está experimentando al recrear la historia. Estas secuencias suelen ser coherentes e intensas y se viven tanto por el escritor como por el lector como auténticas. Sirva como ejemplo: Después de esperar durante más de una hora, Rober comenzó a intuir que su amigo lo había dejado plantado. Mientras contemplaba el mortecino escaparate donde lo esperaba repasó una a una las palabras que había empleado para quedar con él. Por más vueltas que  daba siempre llegaba a la misma conclusión, la cita estaba clara. Estaba clara la hora, el lugar, el día y el plan. No había dudas. Entonces empezó a dibujarse una certeza en su mente que le hizo tener una desagradable sensación. Su compañero de clase no quería ser amigo suyo y aquel plantón era su forma de hacérselo saber. En ese momento comenzó a sentirse humillado de forma lacerante. Si no quería ser su amigo era porque no lo consideraba suficientemente digno.

17/6/12

Asesor matrimonial

Última hora de la mañana, el asesor se dispone a abandonar su despacho después de una tediosa jornada, cuando la secretaria le informa de que una pareja se encuentra en la sala de espera. No tienen cita. Se queda un instante pensando y al final acepta a regañadientes. Entra al despacho y se mira al espejo. Últimamente se encuentra preocupado por unos desagradables pelos que le asoman por la nariz y vuelven a crecer de forma impenitente aunque los recorté con unas tijeras de punta aguda. Cada vez que pasa ante un espejo no puede evitar mirarse en él y buscar esos malditos pelos. Cuando la pareja asoma por la puerta de su despacho, el asesor se encuentra realizando una mueca frente al espejo. Los conmina a sentarse. Realiza una inspección visual. Una primera impresión. Tras veinte años de experiencia como asesor matrimonial sabe identificar los motivos del distanciamiento entre cónyuges a primera vista. Podría darles su recetario de consejos en apenas un minuto. Pero no sería creíble. Necesita fingir que realiza una rigurosa investigación a base de entrevistas y cuestionarios. Comienza la representación. Apenas presta atención a sus palabras. Prefiere fijarse en su lenguaje corporal, en su forma de vestir, sus miradas. Cada segundo que transcurre le queda más claro el diagnóstico. Él es un joven de unos treinta años, no muy alto, algo afeminado, habla con suavidad y se mueve con delicadeza. Ella es muy atractiva y luce su figura con ropa ajustada y un generoso escote, durante la entrevista se muestra irascible y nerviosa. Pronto comienzan a aflorar los reproches mutuos. Él ha renunciado a sus amigos por ella y quiere romper. Ella lo ha amenazado con suicidarse si lo hace.
El asesor se toma su tiempo. La situación puede enconarse en cualquier momento. Ella es una neurótica y él siente atracción por los hombres. Tienen dos opciones, ruptura o farsa. La ruptura podría conllevar que ella acabe en el hospital con un frasco de somníferos. La farsa sería la prolongación de una agonía innecesaria.
Tras unos días de meditación, el asesor dirige sendas cartas a los jóvenes esposos. A él le recomienda que prolongue la farsa. Aunque lo hace con otras palabras. Claro. A ella le dice que su marido la ve como una amiga por la que siente especial cariño, pero que no siente atracción física. Le recomienda que continúe con él hasta que encuentre otro hombre que sí se sienta atraído por ella.
Con esa hábil maniobra logra desactivar la tendencia suicida de ella a la par que a él lo invita a explorar otras experiencias.

8/6/12

Olvida tu guía de viaje

O correrás el riesgo de (no) perderte. Esa recomendación la ley hace años en no recuerdo dónde. En efecto, todos los viajes los preparamos consultando Internet, viajando a lugares universalmente conocidos o preguntando a gente que ya los ha visitado. No queremos llegar a un lugar y sentirnos decepcionados. El problema es que de esta forma estamos cerrando las puertas a descubrir parajes ocultos al gran público o pequeños poblados cargados de encanto y pasajes históricos. La mayor parte de los viajes programados o 'preparados' ad hoc, suelen arrastrarnos hacia las capitales de los países o provincias visitados, y solo rara vez nos llevan a algún pueblo de la comarca. Lo que sucede con esta costumbre es que nos pasamos la vida viendo siempre lo mismo. Las grandes capitales del mundo como Nueva York, Londres, Madrid, etc. tienen grandes atractivos, pero todas ellas guardan grandes similitudes entre sí. Tal vez nos mueva una especie de competición por ver los lugares más famosos y traernos las clásicas fotos ante la torre Eiffel, la estatua de la Libertad o el Big Ben, creyendo que somos el 'no va más' del ascenso social. Pero al hacerlo nos estamos perdiendo grandes parajes a no mucha distancia de esas capitales y que de verdad representan la verdadera esencia cultural de los pueblos visitados. Mientras que las grandes capitales están en contacto permanente entre sí por medio de los múltiples intercambios de información y personas, las pequeñas poblaciones permanecen relativamente ajenas al bullicio global y guardan el patrimonio histórico y cultural sin las continuas agresiones de las grandes ciudades. Por eso, la próxima vez que viajes, olvida tu guía de viaje si no quieres correr el riesgo de no perderte.

7/6/12

De reverencias y genuflexiones

El gesto protocolario de hacer una reverencia o una genuflexión ante un miembro de la realeza o de la iglesia no es más que la institucionalización de una costumbre que hunde su raigambre en nuestra herencia evolutiva del mundo animal. El animal que se rinde ante otro más fuerte acostumbra a agachar la cabeza como seña de sumisión. De esa forma, el fuerte le concede el indulto y dejan de luchar. Ese hábito ha cristalizado entre los seres humanos en forma de respeto o sumisión, según el caso. Los japoneses inclinan la cabeza como saludo de forma general, si bien, esta inclinación aumenta en la medida del respeto por la persona que saludan. De tal forma que ante su Emperador pueden inclinar incluso todo el tronco de forma ostensible. En occidente se estila más una reverencia más discreta por parte de los hombres y la grácil genuflexión por parte de las mujeres. Hay quien considera que este gesto es una demostración de sumisión indecorosa y de vasallaje hacia personas más poderosas, pero la cuestión es que las normas de protocolo recomiendan este gesto en muchos actos oficiales. No se conoce ningún caso en que una persona haya saludado a algún miembro de la realeza o la iglesia sin inclinar la cabeza y haya sido sancionado o reprobado públicamente, luego podemos afirmar que existe la libertad de realizar el gesto o no. En realidad, las personas que realizan este gesto se dividen entre los que admiran como seres superiores a los Reyes, el Papa u otras personalidades y aquellas que lo hacen por adulación, con la intención de ascender socialmente, como si el contacto con el poder fuera contagioso. Para aquellos que quieren mostrar respeto pero sin caer en la adulación, pueden hacer un gesto con la cabeza muy leve sin borrar la sonrisa del todo y sin retirar la mirada. Será un gesto comedido que se interpretará bien por todo el mundo, tanto por los lisonjeros palaciegos como por los republicanos rezongones. Con ese gesto se mostrará respeto pero sin caer en la sumisión o la indignidad. Además, será un gesto con el que se puede saludar a todo el mundo, dentro y fuera de protocolo. 

5/6/12

Por qué escribo

Escribo porque mientras lo hago desaparezco de este mundo. Porque puedo elegir el mundo en el que sumergirme. Porque accedo a mundos donde las normas las pongo yo. Porque mientras escribo creo que puedo cambiar el mundo. Porque cuando dejo de escribir descubro que el mundo no quiere cambiar. Porque mientras escribo puedo volar. Porque cuando dejo de escribir dejo de volar. Porque escribir es crear y crear es dar vida. Y dar vida es lo mejor del mundo. Porque dar vida te hace poderoso y ser poderoso es lo que todo el mundo quiere ser. Pero solo los que dan vida pueden ser poderosos. Escribo porque las palabras habladas se las lleva el viento y las escritas quedan en alguna parte como testigos de mis aciertos y de mis errores. Pero sobre todo escribo para decir algún día que ya lo había dicho y está escrito para demostrarlo. Escribo porque algún día alguien leerá lo que yo escribo y dirá que yo tenía toda la razón. Que era un adelantado a mi tiempo. Escribo porque nadie me entiende pero algún día todo el mundo me entenderá. Porque el mundo puede esperar pero yo no. Escribo porque algún día alguien querrá leer lo que pienso hoy pero tal vez entonces no quiera decirlo o no lo siga pensando. Escribo porque sí, porque quiero, porque me gusta, porque me da la real gana. Escribo porque puedo y escribo porque puedo decir lo que no me atrevo a decir en persona.

3/6/12

Concentración en la tarea

En oriente es habitual concentrarse en una tarea y olvidarse de prácticamente todo lo demás. Esa concentración hace que la tarea se vuelva más placentera, más viva. Por el contrario, estar dedicados a una tarea a la vez que pensamos en otra clase de problemas solo conlleva desasosiego. Lo mejor es concentrarse en la tarea actual hasta haberla finalizado y solo después pensar en qué es lo siguiente que tenemos que hacer. Esta filosofía de vida nos permite vivir con intensidad cada instante y evitar la sensación de angustia por no tener nunca la mente en el presente y sentir que siempre se desea estar en otro lugar.