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7/6/12

De reverencias y genuflexiones

El gesto protocolario de hacer una reverencia o una genuflexión ante un miembro de la realeza o de la iglesia no es más que la institucionalización de una costumbre que hunde su raigambre en nuestra herencia evolutiva del mundo animal. El animal que se rinde ante otro más fuerte acostumbra a agachar la cabeza como seña de sumisión. De esa forma, el fuerte le concede el indulto y dejan de luchar. Ese hábito ha cristalizado entre los seres humanos en forma de respeto o sumisión, según el caso. Los japoneses inclinan la cabeza como saludo de forma general, si bien, esta inclinación aumenta en la medida del respeto por la persona que saludan. De tal forma que ante su Emperador pueden inclinar incluso todo el tronco de forma ostensible. En occidente se estila más una reverencia más discreta por parte de los hombres y la grácil genuflexión por parte de las mujeres. Hay quien considera que este gesto es una demostración de sumisión indecorosa y de vasallaje hacia personas más poderosas, pero la cuestión es que las normas de protocolo recomiendan este gesto en muchos actos oficiales. No se conoce ningún caso en que una persona haya saludado a algún miembro de la realeza o la iglesia sin inclinar la cabeza y haya sido sancionado o reprobado públicamente, luego podemos afirmar que existe la libertad de realizar el gesto o no. En realidad, las personas que realizan este gesto se dividen entre los que admiran como seres superiores a los Reyes, el Papa u otras personalidades y aquellas que lo hacen por adulación, con la intención de ascender socialmente, como si el contacto con el poder fuera contagioso. Para aquellos que quieren mostrar respeto pero sin caer en la adulación, pueden hacer un gesto con la cabeza muy leve sin borrar la sonrisa del todo y sin retirar la mirada. Será un gesto comedido que se interpretará bien por todo el mundo, tanto por los lisonjeros palaciegos como por los republicanos rezongones. Con ese gesto se mostrará respeto pero sin caer en la sumisión o la indignidad. Además, será un gesto con el que se puede saludar a todo el mundo, dentro y fuera de protocolo. 

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