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28/5/11

Rubalcaba y la dedocracia

De un plumazo, como avezado cazador, ha liquidado a sus contrincantes y de paso la democracia interna de la que podía presumir el partido socialista. Ha sabido tejer una metástasis dentro del partido socialista para controlarlo de forma subrepticia primero y descarada después. Sabe moverse por las cloacas del poder como rata aviesa, desde donde sabe ganarse las voluntades de los barones regionales y quitarse del medio a los que le podían plantar cara. El poder consiste en prometer buenos puestos en la estructura que se va a construir a cambio del voto a favor para dirigir esa estructura. Y él sabe moverse por esas entrañas como pez en el agua, sabe ganarse sus voluntades. No es una cuestión de carisma, ni de belleza, desde luego, ni de sacrificio, sino de negocios. Los poderosos son poderosos gracias a las muchas personas que están dispuestas a darle su respaldo y ese respaldo siempre tiene un precio en forma de ministerios, secretarías, etc. 
Es una figura sempiterna, un superviviente del felipismo que ha sabido abrirse hueco en el zapaterismo y sobrevivirlo. Ha transmitido la idea de que es ajeno a los errores del gobierno sin explicar qué hacía entonces en el gobierno. Exhibe esas formas autoritarias que tantas arcadas nos producen cuando proceden de la derecha, se despacha a los periodistas como un director de orquesta e incluso se jacta de vaticinar sus preguntas. A su favor tiene la larga experiencia en política y su eficacia en gestión, pero dudo mucho que logre ilusionar a un electorado de centro izquierda indignado con los errores y las medidas de los últimos tiempos. Capitaneará el barco tras la zozobra electoral y probablemente mejore los resultados del 22M, pero poco más. La socialdemocracia española necesita de nuevas caras, nuevos proyectos y nuevas actitudes y Rubalcaba no tiene una nueva cara, ni nuevos proyectos ni nuevas actitudes.

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