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12/2/11

Contemplar el Big bang

Hacía poco que me había convertido en una rata bibliotecaria cuando leí un curioso titular en una revista científica de la pequeña biblioteca del pueblo. Se refería a un simulador capaz de reproducir las imágenes de los primeros instantes del Universo. El titular decía algo así como: ver el Big bang. Aquello disparó en mi alocada y adolescente mente la idea de que tal vez fuera posible ver el Big bang sin necesidad de recrearlo por ordenador. Es decir, pensé que quizá la luz que partió de aquella hipotética explosión estuviera vagando por el Universo aún en nuestros días y tal vez fuésemos capaces de registrarla. Con lo cual seríamos capaces de literalmente, observar el Big Bang. Pero fue a los pocos meses cuando ciertamente me quedé de piedra al leer en la magnífica obra de Carl Sagan Cosmos, que esa luz existía y que se había descubierto en el año 1965. Vaya, me dije que si me hubiera adelantado unos treinta años, ahora sería famoso. El caso es que esa radiación se conoce como Radiación cósmica de fondo. Procede de todas partes del Universo y en el espectro electromagnético se sitúa dentro del rango de microondas, por eso también se la conoce como Radiación de fondo de microondas. Se supone que en un principio esa radiación era mucho más energética y que con el paso del tiempo se ha ido enfriando hasta situarse en esa zona del espectro. A día de hoy desconfío de todo lo que teorice sobre el origen del Universo y tal vez esa teoría contenga errores. Pero simplemente pensar en ello ya resulta fascinante.

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