Aquel hombre creyóse dueño de la noche. Allí, en lo alto, aquella esfera resplandeciente proyectaba su sombra. Sintióse afortunado de ser el primer noctámbulo de la creación y partió en busca de presa. Sus músculos, sus sentidos, todo él, alerta. Mostróse eufórico, agresivo, preparado para el ataque. Sus hijos y los hijos de sus hijos portarían su germen. Y las noches de luna llena rendirían homenaje a sus ancestros mostrándose agresivos, excitados, eufóricos.
20/1/12
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