_Ahora, maestro, que te aproximas al fin de tus días, quisiera saber qué sientes _preguntó Nawang.
_No siento nada diferente a lo que sentía ayer o lo que sentía mil veces ayer.
_¿Acaso no te preocupa dormirte y no despertar, maestro?
_Cuando ello ocurra no habrá cosa que deba hacer despierto, pequeño Nawang.
_¿Y cómo puedes saber que no te queda nada por hacer?
_Cuando llegue la hora de dormir lo sabré.
_Entonces ¿puedes saber que no despertarás?
_No lo sabré, lo desearé.
_¿Desearás la muerte, maestro?
_Igual que deseo el sueño o el agua.
_¿Acaso no sería bonito vivir eternamente?
_Igual que morir eternamente.
_Pero quiero saber qué hay al otro lado, maestro. No puedo evitar el miedo.
_Antes de ir para siempre, deberás estar allí.
_¿Debo morir antes de morir?
_Debes separarte del cuerpo y regresar a él.
_Y ¿qué veré maestro?
_Haces muchas preguntas que tendrán respuesta en su momento, pequeño Nawang.
_Quiero saber si seré consciente de que estoy muerto.
_Antes de que todos vean cómo muere tu cuerpo, tu alma se habrá extendido por el mundo. Serás consciente a través de otras almas. Cuando abandones el cuerpo, pequeño Nawang, finalizarás ese proceso y solo serás consciente a través de esas almas.
_¿Veré y sentiré a través de otras personas, maestro?
_Así es, pequeño Nawang, pero deja de hacer preguntas y comienza a nutrir tu alma, si quieres que algún día se expanda hacia otros seres.
0 comentarios:
Publicar un comentario