Monjes y trovadores

Desde la edad media han evolucionado dos formas de transmitir la cultura musical y por extensión, la cultura general. Una era una forma institucionalizada; la otra era popular, al alcance de todo el mundo. La música institucionalizada nació en los monasterios, transmitida internamente de unos a otros. Hoy se la conoce como canto gregoriano en honor al Papa San Gregorio Magno, quien contribuyó a su recopilación. Mientras, en las aldeas también existían otras formas musicales populares. Los trovadores, troveros o juglares contaban historias cantadas acompañadas de instrumentos musicales. Unos y otros, monjes y trovadores desempeñaron un papel diferente pero complementario en la transmisión de la cultura y la música durante la edad media. Hoy, las instituciones encargadas de la transmisión cultural se han diversificado y la música ha seguido un camino similar. Sin embargo aún perdura la dicotomía entre música popular y música institucional. La música popular está representada por estilos tan variopintos como el folk, el pop o el dance; mientras que la institucional, mal llamada clásica, y abarca la música sinfónica, de cámara, ópera, etc. Ambos mundos han estado en contacto permanente y se han influido más de lo que quisieran reconocer sus autores y conservadores, pero aún permanece en nuestra cultura el estereotipo de música culta o música vulgar para referirse a uno u otro universo musical.