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25/7/11

Lo fácil que es matar

Matar es fácil. Para que se produzca una matanza como la de Columbine o la de Utoya, solo se necesita dos cosas: un arma cargada y un imbécil dispuesto a apretar el gatillo. Así de sencillo es matar. Podemos rastrear el origen de su sociopatía, que probablemente se remonte a sus primeros años, tal vez rodeado de todos los cuidados del mundo, pero sin el suficiente afecto. Por fuera son manzanas lustrosas pero por dentro están podridas. Son inteligentes, elegantes, corteses, todo el mundo dice de ellos lo mismo "parecía un chico normal", pero en su mente se ha larvado el mal desde años atrás. Su ideología solo es un traje a su medida. Intentar culpar a una ideología es estúpido. Las ideologías no matan, las armas tampoco, matan las personas que se visten de ideología y enarbolan un arma. No lo olvidemos. Al final quien tiene la última palabra es quien empuña el arma. El execrable asesino de Oslo no ha matado por haber adquirido una ideología, sino que se ha servido de ella para justificar su frustración y de paso culpar a todo el mundo de sus problemas. Dicho de otro modo, habría matado de todas formas, con ideología o sin ella, pues su patología ya estaba latente desde su infancia. Probablemente se crió como un niño aparentemente normal pero sin la socialización afectiva necesaria para desarrollar empatía y afecto por los demás. Ya que resulta difícil prevenir la aparición de perturbados, al menos debiéramos preocuparnos de que el acceso a armas esté controlado, para evitar que caigan en las manos de un tarados como estos y tengamos que volver a ver noticias malditas como las vistas en Noruega.

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