_¿Recuerdas aquel día que hice Madrid Valencia en menos de dos horas?
_Sí, claro. Qué tiempos aquellos ¿eh?
_Para que veas. Con mi Golf GTI, a dos veinte casi todo el camino.
_Eso sí que era un coche.
_Ya te digo. Tenía más caballos que la filmografía de John Wayne.
_Jajaja, ni que lo digas. Éramos un poco inconscientes ¿eh?
_Veinte años ¿qué esperas?
_Sí, después cambiamos.
_En aquella época sólo miraba el velocímetro. Mi único deseo era que la aguja de la velocidad subiera. Cuanto más subía, más placer sentía.
_Así acabó el coche. Hecho polvo.
_Así es. Después vino para mí otra época como conductor. Comencé a controlar el régimen del motor. Ya no disfrutaba tanto con la alta velocidad y en cambio sí disfrutaba con el rugido del motor. Me preocupaba de la mecánica y esas cosas. Que el régimen de giro no fuera ni muy bajo ni muy alto. ¿Me entiendes?
_Perfectamente, he pasado por lo mismo.
_Y sin embargo, ahora, con la puta crisis y el precio del petróleo por las nubes, el único reloj que miro es el de la gasolina. Ya no miro ni la velocidad ni las revoluciones, solo el consumo de gasolina.
_Estamos en la tercera edad de los conductores, compañero. En la tercera edad.
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