Pages

Subscribe:

Ads 468x60px

.

Labels

Social Icons

12/1/11

El hombre que quería demasiado

Hoy te has levantado de un salto cuando tu móvil ha tocado tu canción favorita de Michael Bolton, te has afeitado mientras te repetías lo apuesto que eres. Tu bonita mujer te ha dicho algo desde la cama, pero no te has molestado en escucharla porque odias que no se levante a hacerte el café. Cuando te enfundabas tu impecable traje a medida te has vuelto a repetir que la mandarías a paseo de no ser por lo mucho que perderías en el proceso de divorcio. Disfrutando del olor al café del amanecer has escuchado las noticias en tu emisora de referencia. Jamás escuchas las demás emisoras, solo dicen mentiras. Las tostadas con tomate y aceite las has apurado mientras ordenabas el maletín y consultabas tus correos electrónicos en tu móvil de diseño.
Has sonreído al ver un correo de tu atractiva ayudante. Una pequeña descarga te ha recorrido el cuerpo y se ha detenido bajo tu pantalón.
Antes de salir por la puerta has creído escuchar a tu mujer, pero has torcido el gesto y has salido por la puerta blindada de tu pequeña mansión. Llevabas tu maletín en una mano y las llaves de tu Jaguar en la otra. Mientras tomabas la primera curva de camino a tu trabajo has acelerado y has sentido un inmenso placer al adelantar a toda esa gentecilla miserable que se conforma con sus pobres utilitarios.
Cuando empezaste a trabajar como directivo en esa gran multinacional te sentiste muy afortunado, pero hoy se te ha quedado pequeño el puesto. Todos los días comentas con tus subordinados que tu jefe es un inepto y que tú podrías hacerlo infinitamente mejor que él. Ellos te dan la razón, especialmente tu ayudante personal. Mientras firmas los documentos que te pasan ni siquiera miras a la cara a esos subordinados, sus vidas te parecen de lo más triste que conoces. No obstante, presumes de tener unos modales exquisitos porque das los buenos días a todos los trabajadores, aunque no conoces a ninguno por su nombre.
Hoy te ha ido bien el día porque tu asesor te ha informado de que ha conseguido ocultar las transferencias que hiciste a las cuentas en un paraíso fiscal. Te has alegrado inmensamente porque siempre has creído que la declaración de la renta es un juego de inteligencia en el que gana el que consigue evadir la mayor cantidad de capital. Cuando has terminado de engatusar a tus mejores clientes y a tus jefes has vuelto a poner cara de tipo duro y te has dirigido a tu atractiva ayudante. Sabes que está deseando escalar puestos y tú te sientes generoso porque vas a cumplir sus deseos algún día. Has aprovechado que nadie os veía para llevarte su mano a tu entrepierna y le has preguntado que cuándo va a terminar el trabajo pendiente. Ella te ha entendido, se ha reído fingiendo rubor y te ha llamado tonto. Es a la única que le permites esas licencias. Luego le has preguntado si te va a acompañar a una comida que tienes con unos clientes especiales. Ella ha accedido y tú te la has imaginado en el asiento de tu coche abriéndose el escote. Has tragado saliva y te has marchado a tu despacho desde donde has llamado a tu mujer para decirle que no te espere para comer. Tienes una comida de trabajo.
Durante la comida con tus clientes has presumido de ser un gran conductor, mejor jugador de pádel y gran conocedor de la cultura enológica de tu país. También has insinuado que eres magnífico en la cama. Tus clientes, todos masculinos, se han reído a carcajadas con tus ocurrencias y tú les has correspondido adulándolos hasta la náusea. La cuenta la has pagado tú con tu tarjeta de oro. Tu cara reflejaba la seguridad del que lo hace con habitualidad.
Mientras tu cuerpo absorbía el tinto que llevabas en la sangre, te has montado en tu Jaguar con tu ayudante al lado y le has preguntado en qué hotel quiere esta vez. No te ha sorprendido su respuesta.
Después de que tu ayudante terminase su trabajo pendiente en la habitación, has creído que sería mejor que ella saliera después de ti del hotel. Te has disculpado por haber terminado tan pronto y le has prometido que la próxima vez será como todas las anteriores.
De camino a casa has repasado tu historia. Le dirás a tu mujer que los clientes eran unos imbéciles, que los tienes en el bote, como a todos, que entre ellos había una mujer que apestaba a perfume. Que era una mujer madura que no dejaba de ponerte la mano encima, y tú no sabías cómo librarte de ella. Eso solía funcionar.
Mientras recorrías la carretera de camino a tu suntuosa urbanización has sentido la primera punzada en todo el día. Ha sido la primera vez que has tenido la sensación de que tal vez no lo estés haciendo todo bien. Pero ha sido solo un instante. Te has vuelto a repetir que el éxito solo acude a las personas que actúan correctamente, de modo que no puede ser que estés equivocado. Eres un tipo atractivo, con éxito en los negocios, con las mujeres e incluso en el deporte. Siempre has creído que eres infalible y que eres un gran conductor al que no le afecta beber más de un litro de vino en la comida. Y ese será el pensamiento que tengas cuando las cuatro ruedas de tu Jaguar se separen de la carretera y crucen la mediana, antes de colisionar con la cabina de un camión y convertir tu bonito coche en una masa metálica contigo dentro.

0 comentarios:

Publicar un comentario