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9/8/11

Volar en sueños

   Alguien debiera explicarme alguna vez por qué muchos sueños se recuerdan con mayor intensidad emocional que experiencias vividas en el mundo real. Tal vez todo sean simples mecanismos de nuestra mente para entrenarnos para el mundo real y nos deje esa huella tan profunda. Pero algunas sensaciones vividas en sueños se quedan grabadas con una gran intensidad y su recuerdo se confunde con el de otros recuerdos reales. 
   Entre las muchos sueños que tengo hay uno sueño que se repite con cierta frecuencia aunque con distintos escenarios. Sueño que vuelo, que levito o que soy ingrávido como para moverme por paredes verticales. El más intrigante que recuerdo fue uno que sucedió a los pocos minutos de conciliar el sueño. En realidad creía que aún estaba despierto. Estaba exactamente en la misma habitación en que me había dormido y todo era idéntico. Sentí que empezaba a levitar sobre la cama y me aproximaba al techo de la habitación. Era una sensación absolutamente increíble. Cuando estaba a punto de tocar el techo sentí miedo y me desperté. Pero me desperté con una sensación enormemente placentera.
   Todo el mundo afirma saber lo que se siente cuando acomete una nueva actividad en el mundo real; yo ya sé lo que siente al levitar gracias a mi sueño. También sé lo que es despegar del suelo y comenzar a sobrevolar los edificios o dar grandes saltos que se asemejan a planear. ¿Sueños o experiencias? 
   Siempre he dicho que la realidad es un sueño compartido. Entre los muchos sueños que tenemos, solo los que suceden en este mundo los compartimos con los demás. Si alguien nos acompañase en nuestros sueños y se acordara al día siguiente o en el siguiente sueño, nadie podría decir qué es sueño y qué es la realidad. En cambio, la realidad siempre tiene testigos. Si estás allí, siempre hay alguien, siempre hay a quien le puedes preguntar si estuvo, si lo vio, si vio lo mismo que tú. Pero un sueño carece de cómplices. Es una experiencia íntima y única, que nadie puede robárnosla.

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